La gesta del Ejército de San Martín se revive en El Plumerillo

Los visitantes pueden participar de la recreación de algunos movimientos y ensayos que hacían los oficiales como fundir municiones en un fuelle antiguo y disparar salvas contra un paredón de tiro.

22 Enero 2017
A solo ocho kilómetros de la capital de Mendoza, en el departamento de Las Heras, se puede visitar el lugar donde se entrenó el Ejército de los Andes antes de cruzar la cordillera. El Campo Histórico El Plumerillo funciona hoy como un museo temático, gestionado por el Centro de Estudios e Investigaciones General San Martín.

Es posible sentirse parte de la gesta sanmartiniana recorriendo la reconstrucción del campamento militar, construido con adobe, techos de caña y barro y puertas forradas con cuero de vaca. Un guía relata la historia del lugar mientras se aprecian las barracas de los soldados, su vestimenta, los alimentos que consumían, sus armas y el mobiliario de la época.

En el recorrido puede verse el despacho de San Martín y los pabellones de los oficiales. Además, es posible participar de recreaciones de algunas actividades del cuartel. Una de ellas consiste en fundir municiones en un fuelle antiguo y disparar salvas contra un paredón de tiro. Los más pequeños también pueden aprender y divertirse con unas maquetas que crean con muñecos la formación de las columnas del ejército.

Después del terremoto de 1861, no quedó nada del oratorio original cercano al campo. En el mismo lugar fue levantada la capilla de El Plumerillo que se puede visitar. Esta construcción está compuesta por una nave y un entrepiso para el coro, con muros de adobe y el techo a dos aguas, de caña y barro con cornisas de ladrillo. En el altar están las imágenes de la Virgen del Carmen de Cuyo, del Sagrado Corazón y de San Miguel Arcángel.

La historia

A fines de 1815, el Ejército de los Andes comenzó a tener su instrucción en el campo de El Plumerillo, pero al principio no residía allí. Los soldados solo se ejercitaban y volvían al centro de Mendoza para alojarse en los templos de San Agustín y Santo Domingo. La mudanza definitiva se concretó en octubre de 1816. El campamento fue delineado por José Antonio Álvarez Condarco, el ingeniero tucumano y ayudante de campo de San Martín.

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