El parque Guillermina, víctima del desaliño

Es el menor de sus hermanos y por tener esa condición podría suponerse que es el más mimado, sin embargo, el abandono y el olvido son parte de su historia, que se acerca al medio siglo. El parque Guillermina no suele recibir las atenciones del 9 de Julio y del Avellaneda. Padece con frecuencia intentos de fragmentación, pese a que fue declarado bien del patrimonio provincial por la ley 7.535, y es víctima de hechos vandálicos.

Hace unos días un cronista de LA GACETA recorrió el imponente espacio verde y observó pastos altos, maleza, agua servida en los canales, puentes colgantes y basureros rotos, calles internas en lamentable estado, juegos para chicos oxidados. El puente, que une la entrada sur y que da ingreso a la Casa Museo Guillermina Leston de Guzmán que permanece cerrada por reparaciones, está roto en parte, por lo tanto, impide el paso de vehículos. Una vecina contó que hace dos años un automóvil cayó en un pozo por el mal estado del puente, y hace dos viernes otro vehículo sufrió un percance similar. La inseguridad es otro de los motivos de queja de los usuarios y de los vecinos.

La sede de la oficina municipal de la Dirección de Espacios Verdes, ubicada en el mismo parque, está deteriorada. Un empleado dijo que sólo 10 personas se encargan del mantenimiento de la zona oeste de la ciudad, que incluye más de 80 plazas y varios parques más, además del Guillermina. “Se suma el hecho de que hay tareas que nos exceden, como por ejemplo los problemas en el alumbrado público, la caída o rotura de puentes... desde que el ex gobernador Alperovich se mudó de su vivienda (vivía en las cercanías del parque) no hay presencia policial y ha aumentado la inseguridad”, afirmó. El subdirector municipal de Espacios Verdes afirmó que se ha previsto para este año la restauración del parque; se llevará a cabo la renovación de la iluminación y los senderos, así como la reparación de los puentes y merenderos.

La que fue la residencia de fin de semana del filántropo Alfredo Guzmán y de su esposa Guillermina Leston, construida en 1927 por el arquitecto José Graña -diseñó de la sede de la Federación Económica de Tucumán-, fue restaurada por la Municipalidad en 2014, pero poco duró la refacción porque está cerrada.

No solamente reparación, mantenimiento y vigilancia necesita el parque; se podría pensar en actividades convocantes que despierten un sentimiento de pertenencia en los ciudadanos. La casa podría tener una actividad cultural constante, desde audiciones de música de cámara hasta presentaciones de libros, conferencias y ciclos de cine. Los fines de semana, en otro lugar del parque o alrededor del chalet, podrían programarse conciertos, recitales, puestas teatrales para adultos y niños o espectáculos de danza. Tal vez podría construirse un anfiteatro que cobijara estas actividades. De ese modo, el paseo adquiriría un perfil diferente; no solo sería un lugar para la práctica de deportes, sino también un espacio para la cultura.

En estos casi 47 años de vida, las malas noticias (vandalismo, abandono, cercenamiento, inseguridad) han dominado la historia del parque Guillermina. Sería positivo si las áreas de Espacios Verdes, Deportes y Cultura trabajaran coordinadamente para modificar este triste destino, aunque sea para honrar la memoria de Alfredo Guzmán y Guillermina Leston, dos notables benefactores de Tucumán.

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