17 Abril 2017
UN MENSAJE ESPIRITUAL Y POLÍTICO. Desde el balcón de San Pedro, rodeado de flores holandesas, el Papa abogó por la paz. La multitud, atenta. reuters
Francisco rompió la tradición y brindó una homilía espontánea durante la misa del Domingo de Resurrección. Miles de fieles abarrotaban la plaza de San Pedro y el Papa les pidió que no pierdan la esperanza, a pesar del sufrimiento en el mundo. Además, impartió la tradicional bendición “Urbi et Orbi” y condenó el atentado registrado el sábado en Siria: lo calificó de despreciable.
Fue un Domingo de Pascua diferente, en El Vaticano y en el mundo, porque este año lo celebran el mismo día católicos y ortodoxos, una ocasión extraordinaria que se celebró con himnos bizantinos. “Que en los momentos más complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz; y done a los representantes de las naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de las armas”, sentenció el Papa.
Decenas de cardenales y obispos, así como prelados de alto rango acudieron al oficio religioso en la plaza de San Pedro junto con decenas de miles de fieles, que habían pasado antes controles de seguridad debido que se han intensificado las medidas por temor a atentados terroristas. El lugar estaba decorado con unas 35.000 flores y plantas procedentes de Holanda.
Sorpresas
Absolutamente fuera de libreto y de protocolo, Francisco contó que el sábado había mantenido una conversación telefónica con un hombre enfermo, al que le dijo que no encontraba explicación a su enfermedad, pero le recordó que hasta Jesús tuvo que sufrir la crucifixión. El Papa señaló que nadie pregunta sobre si estamos satisfechos con lo que ocurre en el mundo si se está preparado para soportar la cruz.
Pascua, dijo al terminar su homilía improvisada, es mucho más que una fiesta con muchas flores. “Cuando se vayan a casa repítanse que Cristo ha resucitado”, enfatizó. Y al concluir estas palabras comenzó a llover.
No obstante, al finalizar la misa Francisco recorrió la plaza con el papamóvil y saludó a los fieles. Seguidamente se desplazó al balcón central de la basílica de San Pedro para impartir la tradicional bendición con la que se pone fin a la celebración de Semana Santa. Antes se refirió a las víctimas de las “nuevas esclavitudes”, como la droga y la trata de personas, que afectan a niños, adolescentes y a mujeres en todo el mundo.
Definiciones
El Papa condenó el “despreciable” atentado en Siria que el sábado provocó más de un centenar de muertos. También tuvo palabras para los fieles latinoamericanos: “que Jesús Resucitado sostenga los esfuerzos de quienes, especialmente en América Latina, se comprometen en favor del bien común de las sociedades, tantas veces marcadas por tensiones políticas y sociales, que en algunos casos son sofocadas con la violencia”.
A comienzos de mes, Jorge Bergoglio se había referido en la misma línea a deplorar el uso de la violencia para resolver los conflictos abiertos en Paraguay, donde manifestantes habían tomado e incendiado el Congreso; y en Venezuela, donde El Vaticano actúa como “facilitador del diálogo” ante la crisis que divide a oficialismo y oposición.
“Que se construyan puentes de diálogo, perseverando en la lucha contra la plaga de la corrupción y en la búsqueda de válidas soluciones pacíficas ante las controversias, para el progreso y la consolidación de las instituciones democráticas, en el pleno respeto del Estado de derecho”, sostuvo ayer.
“Pero si el Señor ha resucitado, ¿cómo pueden suceder estas cosas? -se preguntó-. ¿Cómo pueden ocurrir tantas desgracias, enfermedades, trata de personas, guerras, destrucción, mutilación, venganza, odio, ¿dónde está el Señor? A nadie se le ha preguntado si está contento con lo que sucede en el mundo. Para muchos no tiene explicación alguna. Es por ello que uno no tiene que cerrarse sino mirar hacia adelante. Allí no hay un muro, hay un horizonte”.
Jóvenes víctimas
Una y otra vez el Papa mencionó su preocupación por los niños y los adolescentes que son privados de su serenidad para ser explotados, y por quienes tiene el corazón herido, a causa de las violencias que padecen, dentro de los muros de su propia casa. “¡Cuántos son víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y discriminación!”, exclamó el Papa visiblemente emocionado.
Fue un Domingo de Pascua diferente, en El Vaticano y en el mundo, porque este año lo celebran el mismo día católicos y ortodoxos, una ocasión extraordinaria que se celebró con himnos bizantinos. “Que en los momentos más complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz; y done a los representantes de las naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de las armas”, sentenció el Papa.
Decenas de cardenales y obispos, así como prelados de alto rango acudieron al oficio religioso en la plaza de San Pedro junto con decenas de miles de fieles, que habían pasado antes controles de seguridad debido que se han intensificado las medidas por temor a atentados terroristas. El lugar estaba decorado con unas 35.000 flores y plantas procedentes de Holanda.
Sorpresas
Absolutamente fuera de libreto y de protocolo, Francisco contó que el sábado había mantenido una conversación telefónica con un hombre enfermo, al que le dijo que no encontraba explicación a su enfermedad, pero le recordó que hasta Jesús tuvo que sufrir la crucifixión. El Papa señaló que nadie pregunta sobre si estamos satisfechos con lo que ocurre en el mundo si se está preparado para soportar la cruz.
Pascua, dijo al terminar su homilía improvisada, es mucho más que una fiesta con muchas flores. “Cuando se vayan a casa repítanse que Cristo ha resucitado”, enfatizó. Y al concluir estas palabras comenzó a llover.
No obstante, al finalizar la misa Francisco recorrió la plaza con el papamóvil y saludó a los fieles. Seguidamente se desplazó al balcón central de la basílica de San Pedro para impartir la tradicional bendición con la que se pone fin a la celebración de Semana Santa. Antes se refirió a las víctimas de las “nuevas esclavitudes”, como la droga y la trata de personas, que afectan a niños, adolescentes y a mujeres en todo el mundo.
Definiciones
El Papa condenó el “despreciable” atentado en Siria que el sábado provocó más de un centenar de muertos. También tuvo palabras para los fieles latinoamericanos: “que Jesús Resucitado sostenga los esfuerzos de quienes, especialmente en América Latina, se comprometen en favor del bien común de las sociedades, tantas veces marcadas por tensiones políticas y sociales, que en algunos casos son sofocadas con la violencia”.
A comienzos de mes, Jorge Bergoglio se había referido en la misma línea a deplorar el uso de la violencia para resolver los conflictos abiertos en Paraguay, donde manifestantes habían tomado e incendiado el Congreso; y en Venezuela, donde El Vaticano actúa como “facilitador del diálogo” ante la crisis que divide a oficialismo y oposición.
“Que se construyan puentes de diálogo, perseverando en la lucha contra la plaga de la corrupción y en la búsqueda de válidas soluciones pacíficas ante las controversias, para el progreso y la consolidación de las instituciones democráticas, en el pleno respeto del Estado de derecho”, sostuvo ayer.
“Pero si el Señor ha resucitado, ¿cómo pueden suceder estas cosas? -se preguntó-. ¿Cómo pueden ocurrir tantas desgracias, enfermedades, trata de personas, guerras, destrucción, mutilación, venganza, odio, ¿dónde está el Señor? A nadie se le ha preguntado si está contento con lo que sucede en el mundo. Para muchos no tiene explicación alguna. Es por ello que uno no tiene que cerrarse sino mirar hacia adelante. Allí no hay un muro, hay un horizonte”.
Jóvenes víctimas
Una y otra vez el Papa mencionó su preocupación por los niños y los adolescentes que son privados de su serenidad para ser explotados, y por quienes tiene el corazón herido, a causa de las violencias que padecen, dentro de los muros de su propia casa. “¡Cuántos son víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y discriminación!”, exclamó el Papa visiblemente emocionado.
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