Pablo Sanguinetti - DPA
Silencio. Lo había prometido y lo cumplió. Tras su debut en la Copa Confederaciones de Rusia, Cristiano Ronaldo desafió la enorme expectativa y se marchó del estadio sin decir una palabra sobre su futuro, al parecer lejos de Real Madrid y de España.
No era tan sencillo lograrlo: el delantero de 32 años tuvo que pasar por alto el protocolo de la FIFA que lo obligaba a presentarse en la rueda de prensa al haber sido elegido “mejor jugador del partido” del 2 a 2 con México.
No lo hizo -FIFA argumentó que estaba recibiendo un tratamiento en la pierna-, y su único encuentro con la prensa dejó una escena particularmente tensa: con gesto adusto, la vista fija hacia adelante y dos funcionarios escoltándolo, el astro del Real Madrid recorrió la larga zona mixta ante la mirada de los periodistas.
Sólo se detuvo ante la marca que patrocina la elección del “mejor del partido” para ofrecer un comentario limitado al encuentro: “No es el resultado que queríamos. Es un partido que teníamos casi ganado y nos hacen un gol en los últimos minutos, pero estas cosas pasan”, explicó sobre el agónico empate de México en tiempo de descuento.
“No hay que encender las alarmas. Estamos bien, tranquilos”, continuó el delantero limitándose claramente a lo futbolístico, porque la situación fuera de la cancha presenta un aspecto diferente. Lleno de incertidumbre
Justo cuando Cristiano estaba por tomar el avión a Rusia, la Fiscalía de Madrid lo acusó de crear una estructura societaria para no pagar impuestos por 14,77 millones de euros (16,6 millones de dólares). Al día siguiente, la prensa portuguesa desató otro tsunami al asegurar que el jugador tenía decidido irse de Real Madrid y de España por no sentirse suficientemente protegido ante el escándalo fiscal. Los medios de todo el mundo se lanzaron a especular sobre motivos, cifras de traspaso y destinos posibles para el portugués.
“A veces la mejor respuesta es estar callado”, publicó el jugador aquel día en su cuenta de Instagram con una foto suya llevándose el dedo a la boca en señal de silencio. Toda una declaración de intenciones sobre lo que ocurriría los días siguientes en Kazán.
Con esa tensión acumulada por el terremoto mediático y el largo silencio se llegó al juego de ayer, donde el mundo pudo volver a ver en acción al futbolista del momento. Su figura centró la atención los 90 minutos en Kazán: la mera mención del delantero cuando la megafonía del estadio anunció su nombre encendió a los 34.000 espectadores, y el bramido se repitió cada vez que la pelota llegaba a sus pies.
Por lo demás, el hombre que viene de ganarlo todo en Real Madrid y ya hace hueco en sus vitrinas para un quinto Balón de Oro dejó solo destellos aislados de inspiración, sobre todo en el primer tiempo.
Destellos de calidad
En una de sus apariciones habilitó casi de espaldas a Ricardo Quaresma para regalarle el primer gol del partido. Minutos después repitió una hazaña similar -esta vez de taco-, pero el tiro de Quaresma salió besando el palo. Otro zurdazo que estrelló en el travesaño anticipó un gol de Nani luego anulado por el videoarbitraje.
El resto del partido, Ronaldo pasó más bien desapercibido y bien anulado por la defensa mexicana. Muchos se sorpendieron cuando su nombre apareció elegido como el mejor del encuentro.
El máximo goleador histórico de Portugal tampocó pudo continuar su impactante racha con la selección, donde lleva 12 goles en seis partidos internacionales desde la conquista de la Eurocopa hace un año.
El miércoles, ante Rusia, tendrá una nueva oportunidad de volver a marcar. Y tal vez de romper su silencio y responder algunas de las preguntas que el mundo del fútbol se hace en torno a su figura.