A 10 días de la elección, ellas se adueñaron de la campaña

La imagen del final de las cuatro candidatas mirando a las cámaras, al tucumano, reflejó la aceptación de la disidencia, la defensa de sus convicciones y el respeto que la grieta no acepta.

No estamos acostumbrados a debatir. Al contrario, a los políticos les gusta tener todo dominado. Les cuesta aceptar las sorpresas. Eso fue lo más valioso del debate, donde las candidatas tuvieron tiempo para decir lo que pensaban, pero también tuvieron que elegir, reaccionar, responder y pensar situaciones que no estaban previstas.

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El sorteo, primero, y sus propios comportamientos, después, las dividió rápidamente en dos grupos. Tanto Alejandra Arreguez como Nadima Pecci se preocuparon por subrayar las contradicciones de sus contrincantes, y buscaron aclarar -especialmente la postulante del FIT- que el poder tenía un sinónimo de riqueza y hasta de corrupción.

Casi todas las intervenciones tuvieron la agresividad propia del fervor político. Mezclaron críticas y chicanas con las propuestas. Se notó un discurso preparado. Salvo en las consultas-sorpresa en las que les sobraron segundos. A la hora de opinar las unas sobre las otras, llamó la atención la peronista Gladys Medina, quien se animó a una pincelada de elogio para sus rivales.

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Los días subsiguientes hablarán sobre ganadores y perdedores. A sólo minutos de concluido el debate queda la sensación de que todas las candidatas cumplieron a rajatabla lo que habían previsto. Beatriz Ávila atacó sin contemplaciones al Gobierno provincial, utilizando el nombre de Medina. Defendió al municipio, elevó la voz de Cambiemos y minimizó cuando le señalaron contradicciones con su pasado político reciente.

Gladys Medina se paró y no escuchó a nadie. Miró las cámaras para cumplir con lo que se había trazado.

La bussista Nadima Pecci tuvo contundencia para desarrollar sus propuestas, pero le costó pararse cuando tuvo que coincidir o refutar.

La voz de la izquierda de Alejandra Arreguez sonó fuerte. Fue tal vez quien habló con mayor comodidad. Sin duda la falta de ataduras con el poder le dio más libertad para moverse.

Los tucumanos pudieron ver, oír y evaluar a cuatro políticas dispuestas a exponerse a costa de perder. Ganaron todos, porque fue un aporte institucional.

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