El margen de negociación para el regreso de Tevez a Boca se acorta

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27 Diciembre 2017

Walter Vargas - Telam

El posible regreso de Carlos Tevez a Boca ofrece toda la cara de un deseo fervoroso de Daniel Angelici, pero ni de lejos compartido por unanimidad por la familia “xeneize”, que en muchos casos se refugia en la humana metáfora de los “sentimientos encontrados”. Entre otros tantos alude a heridas que no cierran y sangran todavía, y sólo en menor medida elige el camino del borrón y cuenta nueva.

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Todo tiene un final, todo termina es un himno del rock setentista, acuñado por el grupo Vox Dei, que se acomoda como un guante a la extendida complejidad con que la grey xeneize sigue las gestiones de un nuevo episodio del retorno del llamado “Jugador del pueblo”.

Pese que al momento de ser escritas estas líneas Carlos Alberto Martínez Tevez, Carlitos, no ha dejado de ser jugador del Shanghai Shenhua, de la Superliga China, se trata de una formalidad que los actores en cuestión registran como transitoria o en el mejor de los casos como temporaria.

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La realidad es que los chinos no ven la hora de sacarse de encima a un futbolista por el que pagaron una millonada y les respondió con un fiasco tamaño Amazonas y a la vez no es menos cierto que Tevez dispone aún de un crédito que por lo menos destaca en la carpeta de unos cuantos clubes, entre otros Tigres de México, que pugnará por sus servicios.

Los aztecas están dispuestos a formular un ofrecimiento tentador, pero no lo suficiente como para desmentir un secreto a voces: el “Apache” cuelga los botines o recala en la Bombonera con el abierto propósito de refundar su idilio con la hinchada del club de sus amores y liderar la cruzada en pos de la Copa Libertadores.

Llegado este punto, una carta clave es Angelici, el presidente de Boca, con quien el delantero tiene afinidad, incluso del orden ideológico, acuerdos varios y, según parece, la promesa de volver más temprano que tarde, o sea para sumarse al plantel en la pretemporada que empezará el 2 de enero de 2018 en Casa Amarilla.

Sin embargo, desde finales de 2016, cuando de buenas a primeras acordó su traspaso al fútbol chino, se despidió y partió, la palabra “promesa” y Tevez no se llevan muy bien que digamos.

Una compulsa entre un nutrido grupo de miembros del sitio “Imborrable Boca/Línea Fundadora” perfila la certeza de que algo muy profundo se ha roto. Desde el punto de vista de las formas, varios hinchas de Boca tienen una mirada ora severa, ora implacable, por cuanto hablan de “una salida rara”, “desprolija, turbia”, “una novela armada”, “una mentira tras otra”, “nos traicionó”, “un hijo descarriado que se fue de su casa”; mientras que desde el analizador estrictamente futbolístico juzgan que el cuarto de hora de Tevez ya pasó, que luego de su flojo rendimiento en China y a un par de meses de cumplir 34 años de edad su contribución sería escasa.

Esperanzados

Otros encuestados, minoritarios y enfáticos, se revelan más indulgentes y esperanzados: “que venga y la rompa en la Libertadores”; “Boca lo necesita, que vuelva ya”; “sin (Darío) Benedetto sería el jugador ideal para liderar el ataque”; “bien físicamente y con motivación es un jugador de elite”, son algunas de las variantes más optimistas que promueve un eventual venida de Carlitos.

Más cauto se expresa un calificado hincha “xeneize”, el periodista Raúl Armando Pérez, autor de una minuciosa investigación publicada hacia finales de 2017 con el título de “Las Lombrices” (Memoria de los 66 títulos oficiales ganados por Boca), que descarta toda reprobación (“no voy a insultarlo, pero sí lo voy a mirar con recelo y desconfianza”), sin dejar de contemplar la posibilidad de que si tiene un buen rendimiento Tevez irá recuperando el afecto de muchos.

“Pero la fiesta de 2015 no se va a poder hacer de nuevo”, añade Pérez. ¿En qué consistió la fiesta de 2015 y cuya condición de irrepetible determina una distancia que, al parecer, jamás será zanjada? Devoto de Boca si los hay, el colega Pérez lo recuerda con pelos y señales: “Cuando volvió de Italia se llenó la Bombonera y quedó gente afuera sólo para verlo y saludarlo. Él entró, con la camiseta y pantalón largo, saludó, se arrodilló y besó el césped”.

Un año y medio después, se fue.

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