Por Daniel Ploper - Director de la Estación Experimental Obispo Colobres
Tucumán es mi patria adoptiva. Nací en la ciudad de Buenos Aires, como mi hermana mayor, pero soy tucumano por elección.
Mi destino fue signado por la atracción que produjo en mi padre, también ingeniero agrónomo, la existencia de la entonces llamada Estación Experimental Agrícola de Tucumán, a la que se incorporó, trayéndonos luego a nosotros cuando éramos chicos. Esa fue una época que la historia institucional de la actual EEAOC registra como la era de los técnicos argentinos, que comenzaban por entonces a sustituir a los originales extranjeros que le dieron su primer impulso.
Aquí me crié, y aquí cursé mis estudios primarios, secundarios y universitarios básicos. Aquí conocí a mi única esposa. Aquí nacieron tres y se criaron mis cuatro hijos. Si de mis padres fue la decisión de afincarnos en esta provincia, la mía fue la hacer de esta tierra la sede de nuestro devenir familiar. La sede –y esto no es pura predestinación o casualidad- de la Estación Experimental a la que quedara vinculada, conmigo, la historia de dos generaciones del apellido que me tocó portar.
Muchos de mis mejores recuerdos de infancia transcurrieron en los terrenos de la Estación Experimental, “donde trabajaba mi papá”. Se trata del símbolo activo de un Tucumán con voluntad de prosperar y de mejorar mediante el buen uso del conocimiento en una provincia con probada potencia agroindustrial; con una Universidad Nacional con excelentes profesores, y con esta organización de productores y técnicos dedicada a la exploración de nuevas alternativas productivas. Me cautivó la agronomía. La imaginé como la veía en la experiencia de la Estación (“la Experimental”), en el campo y en los laboratorios.
Los tucumanos, eso es muy nuestro, no podemos dejar de confiar en esa potencia que mencioné antes. En mi caso, las oportunidades que se me presentaron para el ejercicio profesional en otras latitudes fortalecieron mi voluntad de pertenencia al lugar desde el que podía establecerse el diálogo y el intercambio nutritivo de conocimientos. Tucumán, la pequeña, tierra de emprendedores, muchas veces arrebatada, en desorden, castigada muchas veces injustamente, es una elección permanente.
Tucumán es para mí un legado paterno, familiar y, desde mi infancia, propio. Hasta donde yo sé, eso es la patria. Adoptiva en mi caso y para siempre.