ACTÚA HOY
• A las 22 en la sala Luis Franco de El Círculo de la Prensa (Mendoza 240).
Decir adiós siempre es difícil, y más aún para la payasa que compone Sol Rueda. La artista ecuatoriana se presentará esta noche en su despedida de Tucumán, luego de varias semanas de trabajo intenso. “La partida” se verá en la sala Luis Franco, de El Círculo de la Prensa.
El nombre de la obra tiene un doble significado para la actriz: “mi motivación para partir (en tanto el viaje) fue el estar partida, quebrada y rota; fue el impulso que me llevó a retomar y recopilar pequeños trabajos que fui encarando y les di su forma y su corazón desde la idea de la vida del payaso y de la persona que lo interpreta”. La propuesta está estructurada con textos de Eduardo Galeano, Mario Benedetti y Atahualpa Yupanqui.
“Toda despedida tiene su peso. Fue maravilloso estar en Tucumán, ver cómo se mueve el teatro en esta provincia tanto en la calle como en las salas, con el apoyo estatal que tiene, y sentir la calidez de su gente. Se siente una gran libertad artística en esta provincia. En Tafí Viejo participé del homenaje a Kike Rearte y fue muy interesante ver las reacciones de la gente, como una niña que dijo que era para llorar mi propuesta, porque tiene una parte que es muy sentimental”, detalla.
En Ecuador, Rueda trabajó con Do Pingüe Terapia Festiva en espacios no convencionales y con el Teatro de los Silfos. En su gira por América Latina, encarada a partir de un proyecto que bautizó ArteLúdica, recorrió Perú y Chile y su próximo destino es Bolivia, en camino hacia su país. En su estancia tucumana, dictó un taller de clown en Fuera de Foco, en el que introdujo técnicas de danza contemporánea de su compatriota Wilson Pico, referente de ese arte en América Latina y quien estuvo el año pasado en Tucumán.
“Abordar distintos planos expresivos es una consecuencia del trabajo de entrenamiento de un actor. Mi formación inicial como actriz es en la comicidad, pero siempre lo complementé con la danza, porque hay elementos que van de la mano y se apoyan entre sí. Fueron dos años muy intensos con él, mientras en paralelo desarrollaba mi clown a partir de una conciencia corporal. Me permitió entender que hay que hay que pensar con todo el cuerpo y no sólo con la cabeza”, advierte.
Rueda afirma: “el clown tiene un fuerte compromiso con uno mismo y con su oficio, por lo que deben buscar los mejores lenguajes para decir lo que cada uno quiere y poder compartirlo con los demás con transparencia”.