Hay poca presencia latinoamericana en Cannes, pero se filtra la tonada tucumana

Puede ser un oasis o una alucinación. Cualquiera de las dos definiciones le caben al hecho de que una película en castellano abra hoy el más glamoroso de todos los festivales de cine: el que tiene lugar en la balnearia ciudad francesa de Cannes. “Todos lo saben” (ver “Penélope Cruz...”) transcurre en España, con elenco hispanoargentino y director iraní, y aspira con otros 20 filmes a la Palma de Oro.

Ninguna de las producciones elegidas para el certamen mayor proviene de América Latina. Por el contrario, los seleccionadores se orientaron mayormente a Asia y a Europa central (ver “21 filmes”). Para encontrar producciones de este continente hay que refugiarse en las otras categorías en competencia.

Y allí se filtra la tonada tucumana en todo su esplendor. En la prestigiosa Quincena de los Realizadores, un espacio que entremezcla a consagrados con nóveles, con lugar para el riesgo y la innovación, tendrá su lugar “El motoarrebatador”. El filme fue rodado el año pasado en Tucumán e implica el debut como director en soledad de Agustín Toscano (con Ezequiel Radusky hicieron “Los dueños” hace cinco años). Tanto él como el elenco encabezado por Sergio Prina, se instalarán desde hoy en la ciudad gala. Alquilaron un departamento cercano al Hotel Martínez, una ubicación conveniente para no perderse nada del festival.

El argumento parte de un ladrón que se arrepiente de haber golpeado a una mujer mayor para robarle el bolso y pretende la redención. Su presencia es en una categoría que tiene medio siglo (fue creada en 1968, para diferenciarse de la grilla oficial) y que no otorga premio, pero sí un reconocimiento especial de parte del público.

Quedar seleccionado ya fue una tarea compleja. Se presentaron más de 1.500 filmes, y sólo 20 integran la cartelera, donde aparece también el francoargentino Gaspar Noé con “Clímax”, un guión que aborda las experiencias que tiene un grupo de bailarines veinteañeros tras ser drogados. Hay otros latinoamericanos: “Pájaros de verano”, de los colombianos Ciro Guerra y Cristina Gallego; “Los silencios”, de la brasileña Beatriz Seigner; “Cómprame un revólver”, del mexicano Julio Hernández Cordón; “Nuestra canción de guerra”, de la colombiana Juanita Onzaga; y varios cortometrajes realizados en la región.

Tucumán duplicará su presencia en suelo francés, ya que en la séptima edición de la sección Short Film Corner (tampoco es competitiva) se proyectará “La ausencia de Juana”, el cortometraje de 18 minutos dirigido por Pedro Ponce Uda y con las actuaciones de Teresita Terraf y de Sonia Andrada. La trama se centra en la búsqueda de una madre de su hija, una joven docente desaparecida a fines de 1975, durante el Operativo Independencia.

El drama es identificado en Cannes como una producción de la Escuela de Cine de la UNT, y como ópera prima de su director en estreno mundial. En su mismo rubro hay otras 24 películas breves argentinas, que pasaron la selección realizada de casi 1.800 trabajos remitidos desde 86 países. Uno de los objetivos confesos de la responsable de la muestra, Alice Kharoubi, es “ayudar a los jóvenes cineastas a pasar del corto al largometraje”, para lo cual se dictan numerosos talleres. Las proyecciones comenzarán la próxima semana y durarán hasta el 19, cuando Cannes cierra sus puertas.

A esta satisfacción, Ponce Uda sumó recientemente su alegría porque otro cortometraje de su dirección, “Zampa Set”, fue elegido para participar del Festival Internacional de Cine Ambiental, junto a películas de Chile, Rusia, Canadá, Finlandia y Brasil.

La mayor apuesta del cine argentino en Cannes está centrada en la segunda sección en importancia del festival, Una Cierta Mirada, donde habrá dos producciones entre las 18 en competencia: “El ángel”, de Luis Ortega, se adentra en la historia del asesino serial Carlos Robledo Puch, condenado en la década del 70 y aún en prisión; y “Muere, monstruo, muere”, de Alejandro Fadel, quien trabajó en cine y en televisión con Pablo Trapero.