Santa Ana alentó de forma incondicional a la Selección

La pasión y la tensión del partido dejaron muchas e intensas historias en la localidad del sur tucumano, cuyos habitantes pusieron lo mejor de sí mismos, como cada vez que el conjunto nacional sale a la cancha en un Mundial.

Santa Ana alentó de forma incondicional a la Selección
01 Julio 2018

La mañana tucumana estaba gris y nublada, como si fuera un augurio sobre el resultado del partido que se aproximaba.

La pasión desgarradora que en ocasiones despiertan las rondas mundialistas con eliminación directa, y los nervios en punta por la Selección, ponían en vilo a toda Santa Ana, localidad ubicada a 95 kilómetros de la capital tucumana.

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Entre cornetas que sonaban, y banderas colgadas en las ventanas de las casas, los vecinos esperaban ansiosos el comienzo del partido. Para disfrutar y alentar a la Selección, varias familias y grupos de amigos se reunieron haciendo honor a la pasión que sienten por el fútbol.


EL FÚTBOL LO ES TODO. Los niños de Santa Ana disfrutan en la cancha. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL

La familia Asiar recibió alrededor de 30 vecinos en su vivienda para ver el partido. “Desde el Mundial de 2014 que nos juntamos”, recordó Estela Barrionuevo, una de las invitadas al encuentro. A minutos del comienzo del partido en la lejana Kazan, la carne para el asado ya estaba en marcha.

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La tierra de los “Mitos y Leyendas” es muy futbolera. Gustavo Contreras es un claro ejemplo de esto. Reconocido ex futbolista y actual encargado de la Dirección de Deportes de la comuna fundó, con la ayuda de su familia, la primera escuelita de fútbol del lugar, a la que llamó “Benjamín Pacheco” en honor a su sobrino, que murió a los cinco años luego de padecer una cruel enfermedad.

“Todo lo hacemos a pulmón. No le cobramos nada a los chicos”, afirmó Gustavo, que contó que hace cuatro años funciona la escuelita a la que asisten uno 60 chicos, de entre 5 y 14 años. “Les enseñamos no sólo el manejo de la pelota, sino también la importancia de la buena alimentación y la buena conducta”, expresó el entrenador. Además consideró que el fútbol (y otros deportes) son de gran ayuda para los chicos, porque impiden de alguna manera frenar el flagelo y el consumo de drogas, algo que según dijo, es un grave problema del lugar.


SAN LORENZO VS. SANTA ANA. Mauro y su papá, hinchas y rivales. 

El pueblo alberga dos clubes que tienen historia en el fútbol provincal: San Lorenzo y Santa Ana. Ambos mantienen enfrentados a los fanáticos, pero cada vez que Argentina juega, el seleccionado celeste y blanco logra unirlos.

Raúl Pérez y su hijo Mauro tienen pasiones distintas. Comparten su amor por el fútbol pero, sin embargo, los colores de camiseta que eligieron representan al rival. Raúl es hincha “a morir” de Atlético y de San Lorenzo, club en el que pudo hacer el gol de la victoria que lo consagró campeón en 1993. Mauro no heredó la sangre “decana”: es hincha de San Martín y juega en Santa Ana. “Tengo amigos que lo hacen en San Lorenzo y está todo bien, lo mismo con mi papá”, aseguró el joven jugador.

El lugar cambió su ritmo de vida ya desde antes del partido. “No puedo ni preparar un café por verlo”, confesó Gabriela Caro, empleada de una estación de servicio, que se llenó de trabajadores que hicieron una pausa para poder seguir a la Selección.


MATES Y SONRISAS. Un grupo de vecinos reunidos para disfrutar del partido.

Gabriela y su compañera fueron fieles a su cábala: usar el mismo gorrito en cada partido, que estaba a tono con la decoración albiceleste de la estación. “No tengo cábalas para el partido, pero se llevaron a mi nieta a verlo en otro lado, así que seguro perdemos. Siempre lo vemos juntos”, afirmó un abuelo, que se reservó su nombre y que se encontraba allí.

Pero también estaban quienes no sentían interés por el fútbol y siguieron con sus actividades. Como es el caso de doña Olga, que comentó que eso que se proyectaba desde la pantalla no era lo suyo, y que prefería dedicarse a planchar, cocinar y barrer la vereda.

No muy lejos de allí, en el cuartel de los Bomberos Voluntarios de la comuna, sus integrantes hacían la habitual guardia sin ver el partido, aunque muy atentos a los gritos de los vecinos.

A poco del pitazo inicial del árbitro, Víctor Vilta fue el encargado de lograr la conexión de una antena para captar las escenas del partido en la escuela N°279 “Barrio San Isidro Labrador”. La directora, junto con las maestras, invitaron a los alumnos y a sus familias a soplar la velita por el 99° aniversario de la institución y, de paso, disfrutar del partido en una pantalla gigante.


MADRE E HIJO. Azucena y Gustavo fundaron la escuela de fútbol.

Cada gol argentino del cambiante partido generó una reacción de descarga, que terminó en gritos, abrazos y lágrimas. El silencio se adueñaba de cada rincón, cuando eran los franceses los que marcaban. En los minutos finales, cuando ya Argentina perdía 4-3, los vecinos comenzaron a animar a los jugadores al grito de “¡sí se puede!”, con la esperanza de que la Selección reaccione.

Luego de la desilusión de haber quedado afuera de Rusia 2018, María Peralta, entre lágrimas, expresó: “no tengo palabras, me da pena y tristeza, Messi se merece un Mundial.”

Pero mientras el fútbol pintaba muecas de tristeza, el festejo en la escuela debía continuar. El asado para el almuerzo estaba en marcha. Fue entonces cuando Víctor, ya olvidado del mal momento vivido, dijo con seguridad: “ya está el horno listo”. Y a su interior fueron a parar la pizzas preparadas para la celebración.

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