Atlético lo dejó vivo y Gremio se llevó la victoria del Monumental
El fútbol tiene esas cuestiones a veces injustas e inexplicables si se intenta analizar un partido de fútbol con el corazón y no con la cabeza. A primera vista remarcar que Gremio fue más que Atlético suena hasta atrevido y desmedido. Pero lo que sí pasó anoche en el Monumental es que la diferencia de millones de dólares de cotización entre uno y otro se hizo sentir en esos pequeños grandes detalles que luego hicieron el todo. El visitante impuso el peso de sus individualidades para marcar la diferencia, justificar el triunfo y sacar medio pasaje a las semifinales.
Esa fue la gran diferencia entre el derrotado y su verdugo. Atlético tuvo todo para empezar arriba la serie con Gremio, el rey desbordado durante el primer cuarto de hora. El local pudo marcar claras diferencias. El drama es que si no apareció una pierna o mano salvadora, los que tuvieron la chance de rematar al arco no acertaron el blanco. Esa fue la gran desgracia del “Decano” en una noche maravillosa desde lo emocional para el hincha, el plantel, cuerpo técnico y directiva. Antes, durante y después del 2-0 favorable del actual campeón de la Copa Libertadores, que ahora empuja a Atlético a comenzar a fabricar una nueva hazaña el próximo 2 de octubre, en la revancha de esta manga, en Porto Alegre.
Esos primeros 15 minutos debieron ser la mejor porción de la torta de Atlético. Debieron ser el ejemplo de como se aniquila a un gigante de más de 100 palos verdes de nombres y gestos técnicos. Pero todo quedó en potencial. La insinuación del posible grito sagrado nunca llegó y todo el peso de Atlético fue diluyéndose después de un pequeño desacierto y de varios aciertos conceptuales de Gremio: en apenas su segunda aparición en el jardín de Cristian Lucchetti, Alisson rompía el cero y obligaba al “Decano” a remar contra la corriente. Y en dulce de leche repostero.
Ese fue el gran golpazo moral negativo del local, haber tirado tantos puñetazos al rostro del campeón defensor y no poder siquiera tumbarlo una vez.
Y fue una cosa de locos todo lo que sufrió Atlético en el primer tiempo: perdió a Ricardo Noir, lesionado, antes de los 5 minutos; lamentó el 1-0 de Alisson cuando era dueño de la historia, y por último, vio al juez Wilmar Roldán -apoyado por el VAR- expulsar correctamente a Gervasio Núñez por pisar la espalda del crack de Alisson. Y eso que la Conmebol había hablado con ambos planteles la noche previa al partido. En fin.
Complicado
Esa imprudencia del formoseño terminó de complicar lo que ya era complicado. El segundo tiempo no cambió de protagonista. El “Decano” siguió buscando sin éxito y Gremio marcaba el 2-0 luego de otra gran acción rápida por el carril derecho. Alisson asistió a quien había sido su asistidor en el 1-0, Everton, y éste clausuró toda ilusión de empate.
Atlético perdió, sí, y perdió bien contra Gremio, pero Atlético también ganó en cierta forma. Volvió a ratificar que es un equipo que jamás da por perdido nada, aún cuando la adversidad ya le copó la parada y la espada está incrustada en su pared. El ejemplo del cuarto de hora del comienzo es el modelo a seguir ahora. Habrá que creer que en Porto Alegre la suerte sí tendrá un lugar en el corazón de Atlético como equipo y que todo lo que no pudieron convertir Luis Rodríguez y compañía anoche caiga en brasil como gotas de lluvia en plena temporada de verano.
La serie está brava, pero no liquidada. Quién dice que todavía no quede un milagro más en las alforjas del “Decano”.