La última vez que José Alperovich y Juan Manzur charlaron fue el 11 de junio. En aquella ocasión, el senador visitó al gobernador en su casa. Subieron la foto a las redes sociales, como las ocasiones anteriores en las que habían espantado los rumores de ruptura a fuerza de imágenes sonrientes de los dos juntos. Eso ya no sucede. Dos fines de semana atrás se cruzaron en el casamiento de una sobrina de Beatriz Rojkés y apenas hubo una mueca, como las que hacen esos viejos conocidos, pero con algún resentimiento que los lleva a saludar por obligación, pero sin afecto.
Esa relación está rota y será difícil unirla. La conclusión pertenece a un operador que comenzó a dialogar con interlocutores diversos de ambos sectores para tratar de acercar las partes. No hay chance, ratifica. Ese lazo está quebrado. Alperovich planea su ofensiva para regresar al poder con sigilo y con el apoyo de los “ex” que quieren volver a sus viejos puestos. Manzur cierra filas, con un Osvaldo Jaldo implacable con los “traidores”. Se cortan subsidios de los ministerios para el propio senador, contratos para sus presuntos aliados en la Legislatura y recursos para los concejales de municipios en los que se manifestaron alperovichistas. La reconstrucción de la relación está más difícil que la del puente sobre el río Jaya.
En paralelo a esta disputa, otro sector del peronismo, el que está abroquelado bajo el sello de Unidad Ciudadana, busca armar y fortalecer su espacio en Tucumán. Reivindican el kirchnerismo con una visión crítica y, en un principio, no estarían dispuestos a forjar una alianza con Alperovich, por ejemplo. Habrá que ver, dice un armador. Pese a que el ex gobernador despotricó contra la ex presidenta, no deja de ser atractivo para ambos sectores que pueda llegarse a un acuerdo. A uno y a otro podría servirles: por lo que empuja aún el kirchnerismo en votos, para el senador, y para lo que podría significar en cuanto a traccionar listas de legisladores o concejales llevar el nombre del tres veces gobernador en sus papeletas electorales, para Unidad Ciudadana. Habrá que quebrar muchos viejos rencores para que ello suceda.
Por las viviendas
Los hermanos Nieva ya no se llevan tan bien con su tío, Lucas Barrionuevo. El ex funcionario del Instituto de la Vivienda continúa preso, barriendo la comisaría y cabizbajo, según quienes lo vieron en la dependencia policial. Hasta aquí se llevó la peor parte, porque su ex compañero Miguel Jiménez Augier (ex coordinador de Políticas Habitacionales) logró el beneficio de la prisión domiciliaria y sus sobrinos políticos están libres. Los dueños de Marán lograron que la Justicia no pidiera su prisión preventiva porque estarían colaborando con la investigación de la causa.
Antes de su liberación, los otrora empresarios de la construcción ya habían denunciado que Barrionuevo los presionaba para que no hablaran. Al parecer, lo habrían hecho y continuarían parloteando cuando la fiscala Adriana Gianonni se lo solicite. Por eso están libres. Y también por ello quebraron el diálogo con Barrionuevo. Ellos habrían relatado qué hacía su tío en el Ipvdu, cómo obtenían las obras y cómo se las distribuían entre distintas empresas. Habrá que ver si la Justicia toma nuevas medidas a partir de esas declaraciones. Por lo pronto, se espera que la interventora, Noemí Ferrioli, finalmente declare en los próximos días.
En los ríos
La ruptura del puente en el suroeste de San Miguel de Tucumán reavivó el recuerdo de la decena que se desmoronó o sufrió fallas en medio de las tormentas que anegaron varias localidades de la provincia. Las obras mal hechas abundan, pero escasean las denuncias del propio Estado para exigir que aparezcan los culpables. Las propias autoridades de Vialidad y de la Universidad Nacional de Tucumán reconocen que una obra civil de esas características está pensada para que dure unos 50 años. Aquí el peso de la corrupción y la desidia de las instituciones lo volteó en cinco.