“Todas las crisis te dan oportunidades y nosotros las supimos aprovechar”

Empresario y emprendedor, creó junto con su familia la exitosa línea de jugos Citric. Considera que Tucumán es un buen lugar para hacer negocios y analiza, desde adentro, las empresas familiares.

Santiago Padilla es un enamorado de las buenas ideas. Pero no se queda únicamente con las intenciones. Le apasiona convertir esos proyectos en realidades. De hecho, cree que es preferible hacer y fracasar a no intentarlo. Lo deja en claro durante una entrevista en el ciclo “La otra pregunta”, de LA GACETA Play, que se emite los martes a las 21. Junto con sus padres y hermanos, creó la línea de jugos naturales Citric a fuerza de convicción, de mucho trabajo y de saber adaptarse a los distintos contextos que la empresa familiar tuvo que enfrentar en los últimos 20 años. “Dicen que las crisis te dan oportunidades y nosotros las aprovechamos”, argumenta.

¿Cómo piensa un emprendedor de 45 años que elige Tucumán para hacer negocios y que -asegura- no se concentra únicamente en la rentabilidad? Acá, algunas respuestas.

- ¿Cómo te definirías: como un empresario, un emprendedor, un creativo, un padre?

- Un poco como todo eso pero, sobre todo, como una persona común. No hay diferencia entre Santiago y cualquier persona de Tucumán. Lo poco que hice en mi vida lo puede hacer cualquier persona y aún mejor.

- Muchos empresarios tucumanos cultivan el perfil bajo. ¿Vos también? ¿Por qué?

- Sí, demasiado. Por ahí recibo varias críticas por eso. Pero es lo que mamé de mi familia. Mis padres son así. En los momentos en los que nos va bien tratamos de ubicarnos en la sociedad y en el lugar en el que estamos. Está faltando mucho de eso en la sociedad y, sobre todo, uno lo ve en los políticos. Me invitan a formar parte de entes de empresarios y la verdad es que no me siento cómodo. A pesar de que sé que hay lugares donde están trabajando muy bien, prefiero estar con mi familia ayudando a los chicos con la tarea.

- ¿A qué edad empezaste a trabajar?

- A los 26.

- ¿Cuál fue la primera decisión difícil que tuviste que tomar y que te marcó para el resto de tu vida profesional?

- En Citric teníamos un producto de 45 días de vida útil con cadena de frío. Y pasar de esa línea a una línea aséptica con seis meses de vida útil fue una decisión difícil. Porque, hasta ese momento, a los productos larga vida se los veía en la leche, en los vinos. Pero no en productos frescos premium, como Citric. Esa fue una decisión difícil. Gracias a Dios, nos salió muy bien.

- ¿A la vuelta de los años qué significa Citric para vos?

- Marcó un hito en la empresa familiar. Convertir una empresa netamente agrícola en una empresa industrial con un producto innovador que no existía en el país; fue un desafío interesante.

- Muchas familias se rompieron detrás de una empresa ¿Cómo se congenia familia y empresa?

- Es una tarea durísima. Lo que más nos funcionó a nosotros es que en las reuniones sociales está prohibido hablar del negocio. Salimos a comer afuera con mi papá y no se habla de la empresa. Parece simple, pero es súper importante. Además, es aprender a conocernos. Fue fundamental la labor de mi papá y de mi mamá buscando el equilibrio. Somos seis hermanos y cada uno tiene un carácter diferente.

- Hay un momento en la vida de una empresa familiar en que hay que decidir sobre el crecimiento y eso implica buscar un gerente, alguien de afuera…

- Eso nos marcó un hito. Llegó un momento en el que necesitábamos profesionalizarlo. Un camino era ese, buscar gerentes. O nos profesionalizábamos o buscábamos una alianza estratégica. En el momento en el que nos estábamos profesionalizando apareció la oportunidad de venta de acciones a una empresa centroamericana que es filial de una empresa muy grande, un monstruo.

- ¿Qué señales no se pueden pasar por alto en esta etapa?

- La humildad es fundamental. Esto es como el equipo de fútbol: se miran la cara y dicen ‘este equipo no está para Primera y hay que traer gente de afuera’. Es saber hasta dónde uno puede llegar con la estructura, con la gente, es ser humilde.

- ¿Cómo nace Citric?

- Citric nace como respuesta a una necesidad de la empresa. Antes de Citric, El Carmen solamente trabajaba con fruta fresca. Pasó algo curioso: nosotros somos una especie de oveja negra en la zona, porque mi papá siempre se dedicó a las naranjas en una provincia netamente limonera. Empezó a crecer la empresa con la producción primaria y de repente nos encontramos con que teníamos 15 días de exportación de fruta, mucho excedente para fábrica y no teníamos dónde venderla. Pensamos varias alternativas: exprimirla y venderla como jugo fresco simple fue la mejor solución. No teníamos un capital muy grande. Montamos una fábrica muy chiquita en Buenos Aires y el proyecto era envasar bidones para hoteles y supermercados. Ahí nace el jugo, porque la marca estaba encerrada en un hotel, no estaba en los quioscos. Mudamos la fábrica a Tucumán en diciembre de 2001, en plena crisis, y pusimos la primera envasadora de Tetra Pak. Podemos decir que ahí fue el nacimiento de Citric.

- Una época particular para tomar esas decisiones…

- Fines de los 90, Argentina a punto de explotar y nosotros con esta locura… Pero toda esa crisis nos ayudó a buscar oportunidades, porque fidelizamos proveedores. Dicen que las crisis te dan oportunidades y nosotros las aprovechamos mucho.

- ¿Y el contexto del mercado también los ayudó?

- Ahí pasó algo curioso; había muchos productos importados en ese momento, principalmente brasileños. Cuando se terminó el 1 a 1, esos jugadores se retiraron. En plena crisis, nosotros quedamos solos en el mercado. Encima, nos habían dejado una demanda insatisfecha, gente que ya había probado un producto parecido y que nosotros pudimos cubrir. La otra cosa interesante es que la marca arrancó en Tucumán. Debe haber sido en 2002 y en una Expo de la Sociedad Rural donde notamos lo que era Citric. Nosotros teníamos cero presupuesto de marketing; era todo a pulmón y montamos uno de los stands más chicos. Pero si caminabas por la Expo veías cajitas de Citric por todos lados; se hizo una bola de nieve con el consumidor. Después lo reflejamos en el centro: la máquina, cuando envasa, tira mucho descarte de caja. Entonces íbamos por los contenedores y dejábamos un par de cajitas en cada uno: la gente veía el envase y eso nos ayudaba a convencer al quiosquero.

- ¿Todo se reduce a la rentabilidad?

- La rentabilidad es fundamental. Pero en mi caso personal, nunca pensé en eso. En el momento en el que me pongo a hacer números, termino pinchando algún proyecto. Yo pienso el proyecto y sé que después hay tiempo para acomodar los números.

- ¿Cómo analizás a Tucumán como ecosistema para emprender?

- Tucumán tiene un capital humano increíble. Está bueno para hacer negocios. Lamentablemente no cuidamos la naturaleza, nos siguen lloviendo las cenizas de los ingenios… Hay cosas muy negativas. La verdad es que, a veces, te da lástima vivir en un lugar con gente valiosa como la tucumana y, al mismo tiempo, verlo tan descuidado, sucio. No puedo creer que no haya bicisendas en la ciudad… Pero rescato lo positivo y estoy fascinado de vivir en Tucumán.

- ¿Qué hacés en tu tiempo libre?

- Tengo un grupo de música con un par de amigos; los jueves tocamos en una sala. Tengo un taller en mi casa, hago enduro con mis chicos y espero sumarla pronto a mi mujer.

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