Un “Fausto” minimalista y tucumano

Se estrena este clásico dirigido por Ricardo Salim. Es una coproducción de la Fundación Teatro Universitario y el Ente Cultural.

06 Octubre 2018

HOY

• A las 22, en la Sala Caviglia (San Martín 251). Entradas 2 x 1 con Club LA GACETA.

Caer en la tentación trae consecuencias. En carne propia lo sufrió “Fausto” cuando, según la propuesta teatral de Christopher Marlowe, le vendió su alma al diablo a cambio de obtener todo lo que ansiaba, enceguecido por la insolencia.

Esta noche, la Fundación Teatro Universitario, en coproducción con el Ente Cultural de Tucumán, estrenará hoy, en la sala Orestes Caviglia una lectura de la obra clásica.

El elenco

La dirección es de Ricardo Salim, que diseñó una puesta minimalista contemporánea, con despliegue de soportes audiovisuales creados por Rodrigo Fernández y planteos coreográficos diseñados por Patricia Sabbag.

El elenco está integrado por Ricardo Podazza, Sebastián Finkelstein, Andrés D’Andrea, Nelson Alfonso, Sergio de Filippo, Adriana Benimelli, Claudia Fermoselle, Javier Maidana, Héctor Marcaida, Bruno Yuliano, Rodrigo Palacios, Hernán Lanús, Gustavo Fagioli, Patricia Cudugnello, María Laura Hernández y Oscar Zamora, con desdoblamiento de actores que interpretan distintos personajes.

Los excesos

“El personaje del doctor Fausto se pierde en el mundo de fantasía que Mefistófeles le proporciona y, en su ansia por adquirir protagonismo entre las ensoñaciones diabólicas, cae enfrentado nada menos que con sus propios demonios. En su obra, Marlowe demuestra cómo sus excesos lo ciegan y destruyen. La urgencia de su feroz sátira nunca ha dejado de ser relevante, ni mucho menos actual y presente, al tratar sobre una sociedad obsesionada con la consecución de bienes a corto plazo sin reflexión alguna sobre la consecuencia futura”, advierte Salim.

El director completa su idea sobre la vigencia del texto: “la actual crisis económica global se desenvuelve como en esta ficción, porque el mundo financiero prefirió ignorar todos los signos de advertencia que fueron saliendo, y se conduce inexorablemente a la autodestrucción”.

“Esta es la tragedia de un individuo que debe servir de señal de alarma a una sociedad en peligro que, día a día, hora a hora, minuto a minuto, se muestra más necesitada de atención frente a este urgente y vital aviso”, sostiene.

Antes que Shakespeare

Marlowe vivió entre 1564 y 1593 en la Inglaterra isabelina, y sus creaciones se consideran el antecedente dramatúrgico de las de William Shakespeare.

“Son tantas las semejanzas entre ambos escritores, que incluso circulan rumores de que se trata del mismo autor, que fue un agente secreto británico que protegió su identidad cambiándola por la más modesta de un actor de segunda fila. Algunos estudiosos han planteado pruebas y hay innegables paralelismos que han despertado la curiosidad, pero nada es comprobable”, sostiene.

Para modernizar la escena en su tiempo, dotó a sus personajes de una profundidad psicológica hasta entonces inédita, por lo que se vuelven mucho más complejos, con conflictos distintos y con sus contradicciones.

Salim considera al diablo como “la personificación absoluta del mal, que para su manejo cotidiano la gente lo saca de la abstracción filosófica y lo convierte en una persona concreta que tienta al pecado. Todos tenemos una cuota de ese mal adentro, y es la conciencia la que intenta en todo momento atenuar sus efectos. En la esencia de Fausto están su ambición, su orgullo y su insolencia, no podría haber hecho otra cosa que lo que hizo. La humanidad, actualmente, sigue ambicionando poder, riqueza y gloria, sin importar los medios de conseguirlos, tal como describió el autor hace siglos”.

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