Critican las series mexicanas porque no muestran la realidad de su país

En las tiras de Netflix no aparecen la pobreza ni la población indígena. El narcotráfico se muestra como un recurso para lograr riqueza.

LUJO Y GLAMOUR. En “La casa de las flores” se advierte la tendencia a mostrar personajes de clase media alta en un entorno de privilegio. LUJO Y GLAMOUR. En “La casa de las flores” se advierte la tendencia a mostrar personajes de clase media alta en un entorno de privilegio.
24 Octubre 2018

Potenciadas por el fenómeno de Netflix, las series mexicanas se multiplican y algunas llegan a ser éxito mundial. Dos ejemplos recientes son “Luis Miguel: la serie” y “La casa de las flores”. Pero la manera en que muestran la realidad de su país está alejada de la verdad, según coincidieron expertos consultados por una agencia de noticias.

“Si durante años se acusó a las televisiones mexicanas de tergiversar la realidad y de estupidizar al público, me parece muy sorprendente que ahora Netflix tome esas mismas temáticas de manera completamente banal”, opinó el crítico de cine José Antonio Valdés, de la Universidad Iberoamericana. “Hay una completa disparidad con la realidad que los mexicanos están viviendo”, remarcó.

La pobreza extrema y la vida de las comunidades indígenas son aspectos invisibles en muchas de estas producciones, contribuyendo a crear una separación inevitable entre lo que el público ve y la realidad que lo rodea, dijeron algunos expertos consultados por la agencia EFE.

Los “mirreyes”

En las ficciones mencionadas, los personajes se mueven dentro de un ambiente glamoroso que pone el acento en una estética muy cuidada y esto da cuenta de lo costoso de las producciones. Por la pantalla desfila gente del perfil de los llamados “mirreyes”: clase media alta mexicana habitualmente de piel blanca y con gusto por las fiestas selectas.

La falta de presencia de lo indígena o de una visión comprometida acerca de la pobreza, se debe -en opinión de un académico- a “una cuestión de mercado de las empresas, pero también a ese vicio que tienen los creadores mexicanos de no interesarse por esos temas”, explicó Arturo Guillemaud, profesor de Teoría de la Comunicación de la UNAM.

Guillemaud señaló que los espectadores de las plataformas digitales difieren mucho del público de clase trabajadora que mira la televisión abierta. Las producciones de Netflix apuntan a un público generalmente milenial, de clase más elevada y cuya aspiración es precisamente alcanzar los estereotipos que estas series retratan con sus personajes. “¿Qué es lo que no se muestra? Un país que políticamente está más dividido que nunca, un sistema educativo que no funciona, que está lleno de vicios, una clase política que está realmente todos los días avergonzando en buena medida a quienes la vemos a través de los medios de comunicación”, enumeró el investigador.

Narcos superhéroes

Cabe mencionar que la única realidad negativa enfocada por las series mexicanas es el narcotráfico, a través de producciones como “El Chapo” o “El señor de los cielos”. Pero abordan el tema desde un punto de vista banal, opinó Valdés. “Está tocado desde un modelo más cercano al del gángster lujoso o el del ‘narco superhéroe’, que incluso es un personaje de gran magnetismo sexual”, reflexionó.

Por su parte, Guillemaud puntualizó que los principales afectados por este tipo de planteo son los adolescentes y estudiantes de los primeros años de universidad. “Estas series proponen que si te dedicas a esto (al narcotráfico), vives la vida loca, pero la vives bien”, alertó.

Ambos especialistas coinciden en que las tendencias de los contenidos mexicanos responden a la dependencia cultural y económica que el país latino tiene de su vecino, Estados Unidos. Desde hace décadas, México compra contenidos a la industria estadounidense que han funcionado muy bien y que, finalmente, el propio país ha terminado reproduciendo.

Realismo argentino

A diferencia de la TV mexicana, las producciones argentinas más exitosas y premiadas de los últimos tiempos transcurren en escenarios reales, desprovistos de glamour y lujo, como es el caso de “El marginal” o “Un gallo para Esculapio”.

La primera -disponible en Netflix- narra una historia carcelaria que fue filmada en un verdadero penal y transmite la sordidez de ese ambiente con absoluta fidelidad, a la vez que contiene una crítica social y denuncia las inhumanas condiciones en que viven los presos.

La segunda, que acaba de estrenar una nueva temporada, se filmó en locaciones del conurbano bonaerense, una zona que registra altos índices de delincuencia y marginalidad. En ese escenario gris, signado por la violencia, con personajes muy reales y reconocibles, es donde se desarrollan las escenas de exteriores de la serie y el que acompaña toda la acción.

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