La pasión por emprender no tiene en cuenta las distancias

Experiencia de un mendocino y de una jujeña.

 la gaceta / foto de Ines Quinteros Orio la gaceta / foto de Ines Quinteros Orio la gaceta / foto de Ines Quinteros Orio la gaceta / foto de Ines Quinteros Orio

Lucy Vilte vive en Jujuy; Alejandro Malgor, en Mendoza. Están separados por 1.300 kilómetros. Ella es traductora pública de alemán; él, diseñador gráfico. Ninguno vive de lo que estudió. Ella es dueña de un eco hostal en Purmamarca; él, fabrica zapatillas a base de basura. Sin embargo, hay dos cosas que los unen: la pasión por el emprendedurismo y tener como bandera la conciencia ambiental y social. Tienen historias distintas y las expusieron en la Experiencia Endeavor NOA, que se realizó en Termas de Río Hondo, para alentar a quienes ya están nadando en el océano de ser su propio jefe o para darle el último empujoncito a esos que todavía no se animan a zambullirse.

Vilte gestiona desde hace 15 años el Hostal Posta de Purmamarca, un emprendimiento que heredó de sus padres y que lejos estaba de lo que estudió. A pesar de haberse sentido conflictuada por la “pesada herencia”, logró ponerle su impronta y sus valores. Actualmente es el primer ecohotel certificado de Jujuy, y el tercero de Argentina. “Es un hotel que cumple con los parámetros de sustentabilidad, que apuesta a tener un desarrollo económico y un impacto en la sociedad que sea positivo, y que sea amigable con el medio ambiente donde se inserta”, explicó.

La hotelera, también directora Instituto Inclusivo de Negocios Minka, indicó que en su familia siempre se promovieron principios éticos y de convivencia. Además, contó que sus padres eran personas cercanas a los conceptos de la Pachamama. Casi sin querer fue que el pequeño hostal encontró un diferencial sobre sus competidores. “No lo hice por tener una ventaja competitiva; me parecía el camino correcto. Con el tiempo se convirtió en eso, porque había un nicho por explotar: de los clientes, de estar en un lugar que aspire a tener principios alineados con el entorno y la sociedad, y de nosotros, en busca de la ganancia económica. Porque no somos una fundación, somos una empresa que necesita recursos -ganados en buena ley-, sin perder el foco de que todos debemos ganar”, relató.

Reinsertar y reutilizar

Malgor contó que Xinca nació de una idea conjunta con sus amigos -fundadores y socios- Nazareno El Hom y Ezequiel Gatti. Los tres aman hacer deportes al aire libre. Ahí comenzaron a tomar conciencia del daño que la humanidad le causa al planeta. Para aportar su granito de arena, se les ocurrió mezclar las causas de las organizaciones sociales con el trabajo. Así conocieron el concepto de empresa de impacto, que busca generar rentabilidad pero ayudar a resolver algún problema ambiental o social. “Ese paradigma me encantó: ganar plata pero del modo correcto, poniendo por delante a las personas y al planeta”, contó. Con esa premisa, investigaron sobre la basura. Descubrieron que cada argentino genera un kilo de desperdicios por día; también, que en general no había un segundo uso para los neumáticos desechados. “Ahí pensamos en un producto que use residuos neumáticos como materia prima y que sea algo que use todo el mundo. Así surgió la idea de las zapatillas”, explicó. Añadió que las suelas están compuestas por un 50% de neumático reciclado y que en parte la capellada surge de desperdicios textiles. El joven, sin embargo, destacó que lo que hace único al calzado no es el material sino la gente que lo hace. “Trabajamos con más de 80 internos de la cárcel de Mendoza. Buscamos que aprendan y darles herramientas para cuando salgan, así pueden tomar mejores decisiones. También trabajamos con madres solteras en zonas rurales, les acercamos el trabajo”, reveló.

Oportunidades

Alejandro Malgor indicó que, junto con sus dos socios, pusieron todos sus ahorros para iniciar el proyecto y  comenzaron a darle forma luego de ganar en 2013 el reality show transmitido por Telefe ¨El Emprendedor del Millón¨. Remarcó que en Mendoza no hay industria del calzado; hoy producen 1.500 pares por mes y exportan a Chile. “Emprender en la Argentina es difícil, y emprender socialmente lo es más todavía. Queremos demostrar que se puede ganar plata de otra forma, porque si podemos hacer esto cada vez más jóvenes van a querer construir con esta lógica y poner por delante a las personas y al planeta”, dijo. La idea de brindarles trabajo a personas privadas de su libertad surgió por una cuestión de conciencia social. “Los tres tuvimos la suerte de tener una vida fácil. El lugar que nos toca nacer es una lotería. Nosotros podríamos haber nacido en esos contextos y nos hubiese gustado que alguien nos diera una oportunidad”, afirmó. No obstante, contó que brindar trabajo a personas que están excluidas es mucha más que dar una oportunidad. “La primera experiencia no fue  buena, con una persona con prisión domiciliaria. Después empezamos a entender que la inclusión social no es sólo darle trabajo. En la cárcel nos dimos cuenta que para deconstruir a una persona tenés que trabajar en salud física y psicológica, en clases de meditación, en un gimnasio... Es mucho de prueba y error lo que hacemos. Ni hablar con las mujeres rurales. ¿En qué planilla de Excel entra que sus hijos  ya no están repitiendo año o que muchas de ellas ya tienen independencia económica? Es dar una oportunidad a gente que nadie tiene en cuenta, que está descartada en la sociedad, pero creemos que tienen potencial”, concluyó.

Fortalezas y desventajas

En su charla con LA GACETA, Lucy Vilte opinó que una de las claves del éxito es llevar el emprendimiento paso a paso, y no querer hacer todo de golpe. “Uno tiene que ir haciendo acciones concretas, escalables; si no, es demasiado grande para encararlo y todo el mundo lo ve como un imposible. Y a medida que vas haciendo estas acciones, de pronto uno se ve incidiendo en políticas públicas, cuando en realidad empezó separando tapitas de plástico”, ejemplificó.

Respecto del hecho de emprender en el NOA, a la actividad hotelera la consideró una fortaleza para capitalizar. “No creo en las desventajas del tamaño ni del presupuesto. Estar en el NOA también nos da un gran beneficio, que es que nos conocemos todos. En Buenos Aires hay distancias humanas muy grandes; en el NOA no”, subrayó. Además, dijo que es clave trazar alianzas y trabajar con otro. “Cualquier proyecto cimentado en el Gobierno local, fundaciones, ciudadanos y en la empresa es indestructible. Mi empresa era tan pequeña que no podía sola y debía buscar aliados; en cambio, si uno es autosuficiente se queda ahí. La innovación da vuelta sobre lo mismo, no se enriquece, no crece, no tiene esa dinámica de seguir adelante”, explicó la emprendedora.

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