Los músicos terminaron empapados sobre el escenario y no fue por la tormenta que cayó sobre Tafí Viejo en la noche del domingo. El calor los golpeó sin piedad en la Casa de la Cultura donde concluyó el Cuarto Festival Internacional de Jazz Independiente, otra muestra de que el género alcanzó la mayoría de edad y ya puede salir a caminar solo y confiado. El público se desplegó dentro y fuera de la sala, para aliviarse de las altísimas temperaturas del lugar y lamentando que las alarmas de tormenta hubiesen impedido desarrollar la fiesta al aire libre.

El último de los cuatro días del encuentro fue una cartilla de presentación de la variedad sonora en la provincia. Del ímpetu juvenil de la Orquesta Popular Juan XXIII (su presencia en momentos en que vuelve a temerse por su continuidad fue todo un signo) al sonido maduro de la Jazz Servimoters; y de la potencia de Golden Shag al atrevimiento de Tres Piernas y una Gamba (con un tango jazzero incluido), más el aporte internacional de un saxofonista de lujo como el brasileño Marcelo Coehlo y la presencia de los argentinos Paul Dourge y Ale Demogli, la pesada noche se transformó en un muestrario de las opciones a elegir a futuro.

El entorno era ideal para asegurar público para el festival por varios años más. Pero esta vez la duda no pasa por la concurrencia (siempre se actuó a espacio lleno, sea sala o al aire libre), sino a la posibilidad de que los organizadores sigan con el ímpetu de hacerse cargo de la actividad. Se sabe que todo lo independiente cuesta más, y no es en cuanto a monto económico. Por el contrario, en términos de dinero, se puede afirmar que esta experiencia es barata: en todo concepto (traslados, hospedajes, viáticos para los viajeros, sonido y extras), se gastó alrededor de $75.000, la mayor parte de los cuales fueron aportados por el Ente Cultural y las municipalidades de Monteros y de Tafí Viejo, donde hubo shows. El año pasado, el presupuesto para la tercera edición fue de $120.000, siempre con la correspondiente rendición de cuentas y presentación de los documentos exigibles de ley.

No sólo en términos musicales fue importante este evento. La Escuela de Arte Popular de Monteros recibió la donación de una batería eléctrica de $18.000, y los artistas del lugar compartieron espacio con jujeños, bonaerenses y Coehlo. Es que la movida abarcó a cerca de una veintena de bandas, cada una con su colaboración desinteresada y sin pedir nada a cambio.

Es impensable que esta clase de festivales se pueda concretar sin respaldo estatal. Hay que pensar, además, que los fondos asignados son mínimos en comparación con otros emprendimientos. Para mencionar ejemplos concretos, para el Graneros Canta al País, realizado en julio, el Gobierno de la Provincia dispuso un aporte no reintegrable (sin rendición de cuentas) a ese municipio de $7 millones, según consta en el decreto 1.909/3 de la Secretaría de Hacienda, expediente 826/222. Más baratos resultaron el 53° Festival Folclórico Monteros de la Patria, Fortaleza del Folclore, al que se le otorgaron $5 millones desde la Casa de Gobierno (decreto 3.210/3, expediente 1.356/222, de la misma Secretaría); y la 48° edición del Festival Nacional del Limón y el Festival Tafí Viejo Limón Rock 2018, para los cuales, en conjunto, la Provincia le entregó a la Municipalidad de esa ciudad $4 millones (decreto 3.337/3, expediente 1.422/222). La mayor parte de los dineros terminaron en los bolsillos de los artistas nacionales que vinieron a engrosar la cartelera, con suculentos cachet.

Los $3 millones dados al municipio de Aguilares (decreto 3.456/3, expediente 1495/222) tienen, en cambio, múltipes usos, poco descriptos y sin detalle sobre cómo serán distribuidos en las subpartidas. En la fundamentación del decreto se justifica el aporte no reintegrable en que “lo solicitado será destinado a atender desequilibrios financieros producto de las erogaciones por mantenimiento de luminarias, limpieza de canales y alcantarillas ante la próxima temporada estival, bacheo y gastos de realización del Festival del Tango”. Cuánto le habrá llegado a esta actividad cultural para poder compararlo con otras propuestas artísticas de cierta similitud, es una incógnita; pero terminar mezclando el 2x4 con el alquitrán para tapar un pavimento roto o el cambio de una luz en la calle suena a una exageración burocrática.

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