Andrés Romero, el hombre detrás del ídolo

"Pigu" habló con el ciclo “La otra pregunta” sobre su carrera y su vida.

Hay algo que no se puede negar en Andrés “Pigu” Romero: sus continuos viajes, su permanencia durante años en otros países, no le quitaron su arraigo por Tucumán. Todo lo contrario. Desacartonado, sonriente, dueño de una memoria prodigiosa de todos y cada uno de sus logros y caídas, el golfista profesional pasó por el ciclo “La otra pregunta”, que se emite por LG Play.

“La satisfacción de alzar una copa nuevamente, como lo hice en junio del año pasado, fue un momento decisivo en mi carrera. Me devolvió la confianza que había perdido. Me levantó y me enseñó que sí se puede. Desde ahí, juego con ese pensamiento”, fue la primera reflexión de “Pigu”, haciendo referencia a la conquista de BMW Championship en Alemania.

Romero pasó por diversos temas. Entre risas contó que nunca usa zapatos, tal cual se presentó a la entrevista (“con zapatillas estoy más cómodo, incluso de ojotas y de shorts”) y recordó por qué le dicen “Pigu” (“cuando era caddie de Guillermo Cotella, él me decía ‘Piguyi’ y me explicó que era el nombre de un dibujito. Después, ‘Pigu’. Y así quedó”). También rememoró sus comienzos en el deporte, jugando con un palo hecho de rama de mora (“sino, jugaba con un hierro 8 o 6 y porque nos lastimaba las manos, le poníamos cámara de bicicletas. En los comienzos usaba el palo que había, y lo usaba con amor”)

“Siempre trato de ser la misma persona, eso sí, un poco diferente a mis comienzos. Trato de no olvidarme de dónde vengo. Igual no me cuesta nada, me sale natural. Sé que crecí mucho, y muy rápidamente en el golf. Quizás yo no vi lo que hice en ese momento”, dijo.

Luego de contar aspectos de su infancia y juventud y de recordar que le gusta jugar al fútbol (“de siete o de cuatro, aunque ahora sólo con amigos”) y andar en bicicleta, admitió que quedó de grado en tercero por faltar mucho debido a una enfermedad. “Mi familia no la pasó bien. Un poco por eso hoy tengo una fundación que ayuda a chicos con problemas renales, A la escuela fui hasta donde pude, 7° grado en un nocturno, y después apareció el golf”, aseguró.

“Me adapté a la fuerza a muchas cosas, entre ellas al avión. Y también a cosas peores, como dejar a mi hija, a mi familia, y todo por irme de viaje”, aseguró.

En 1998, jugó el Abierto del Norte y terminó 3°. A los 17 años ya era todo un profesional. “A esa altura me olvidé de los cuadernos y de las lapiceras y me dediqué a jugar.”

De aquellos tiempos reconoció que era habilidoso, pero que perdió el tiempo. “No le presté atención a lo mío. Hoy ya no tengo la habilidad de aquellos años. Igual, no me quejo del pasado.”

Romero contó que es parte de una familia de nueve hermanos y 23 sobrinos. “Mis padres vienen de bien abajo. Trabajaron mucho por nosotros, recién nos disfrutaron cuando fuimos grandes.”

El mejor golfista tucumano de la historia continuó con sus confesiones. A continuación, sus mejores frases:

• “Haber tenido la suerte de conseguir lo que logré, no significa estar por encima de nadie ni de nada. Hoy estoy orgulloso de lo que devuelvo, de poder ayudar. Haber logrado tanto y no dar algo no tiene sentido.”

• “Cuando vuelvo a Tucumán, me desespero por ir a comer un sánguche de milanesa. Tucumán sigue siendo mi lugar en el mundo, y por eso siempre vuelvo. Cuando me voy, lo hago con otra energía, con otro pensamiento.”

• “Tengo amigos de cuando era muy pobre, y también los que el golf me puso en el camino. Siempre trato de unirlos, de que no exista la diferencia.”

• “El Abierto del Norte fue mi gran puerta de entrada a lo mejor del golf. Entre otros, recuerdo el triunfo de 2003, creo que fue lo más grande para mí.”

• “En el Abierto Británico de 2007 me faltaban dos hoyos, de pronto vi un cartel con mi nombre arriba y me paralicé. Pienso que no estaba preparado para ganarlo.”

• “Estoy orgulloso de todo lo que la vida me dio, de mi familia, de mi mujer, mi hija. Y también de lo profesional y deportivo. No cambiaría nada del pasado. Hoy lo que me falta es mejorarme a mí mismo, de volver a jugar bien. Soy joven, tengo muchos años por delante. Quizás juegue hasta los 45. Después, me gustaría hacer otras cosas.”

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