El cuidado de la salud del arbolado urbano

17 Diciembre 2018

Son esos amigos de bajo perfil, que nos ofrecen todas sus bondades a cambio de cuidado. A veces nos percatamos de su existencia, cuando alguno se desploma durante una tormenta y ocasiona un daño. “Árboles de mi ciudad, corazones de madera algo de hombre y animal, en sus músculos espera y parece despertar con el viento en primavera, es la fuerza de la vida la que anima la energía en hombre planta y animal”, dice el músico Miguel Cantilo.

Los temporales con vientos fuertes suelen ser los principales verdugos de los árboles. En San Miguel de Tucumán, el 22 de noviembre pasado, ráfagas huracanadas voltearon ocho ejemplares, sin que se registraran víctimas, solo hubo daños materiales. El director municipal de Defensa Civil dijo en la oportunidad que los vientos habían alcanzado los 70 kilómetros por hora y que debían hacer una poda más pronunciada para que las copas de los árboles no estuvieran tan tupidas y de ese modo, evitar problemas con las caídas sorpresivas en el futuro.

En septiembre pasado, el subdirector municipal de Arbolado Urbano afirmó que los tarcos estaban enfermos y eran peligrosos. Añadió que un porcentaje elevado de los 300.000 árboles de la ciudad, ya había cumplido su ciclo que se trataba de una población vieja, a la que durante muchos años no se le había efectuado recambio. Informó que el descopado es una técnica de poda agresiva para acelerar lo que les queda de vida para su posterior extracción. Finalmente, señaló que en cuatro o cinco años la población de tarcos, que son característicos de Tucumán, se reducirá al mínimo o desaparecerá; se los reemplazará por otras especies, como el ibirá.

Otro enemiga de los árboles es la poda ilegal. Según datos de la Municipalidad, en 2017, del total del arbolado de San Miguel de Tucumán (unos 290.000 ejemplares), un 12% (34.800) había sido podado ilegalmente y sus responsables fueron multados. Se indicó que la tala debía realizarse con técnicas apropiadas, según cada caso y cada especie, con cortes netos, empleando maquinarias y herramientas adecuadas. Se debían tener en cuenta las condiciones de seguridad de los operarios porque las ramas podadas podían causar algún daño al caer. La ordenanza 2432/96 establece que la única que puede intervenir en el arbolado público es la Dirección de Espacios Verdes Municipal.

Otro aspecto que conspira contra la salud del arbolado urbano es que carece de mantenimiento desde hace mucho tiempo. En la plaza San Martín, varios naranjos lucen empestados desde hace tiempo; por las tormentas, se han caído algunos árboles de gran porte, como una tipa que se desplomó en noviembre pasado. Sobre la calle Bolívar y también en la plaza Los Decididos hay ejemplares viejos y grandes inclinados y sus enormes ramas avanzan sobre la calle. Se podría podarlos para aligerarles el peso. Sobre la ochava noroeste de La Madrid y Ayacucho, hay un árbol de frondosa copa que tapa un semáforo.

Si empleados municipales recorrieran constantemente la ciudad podrían detectar los ejemplares en situación de riesgo y analizar en cada caso cuál sería la solución correspondiente para cuidar su salud. Alguien decía que los árboles gritan de dolor al morir, pero no podemos escucharlos; si pudiéramos hacerlo tal vez los tucumanos seríamos más amigos de ellos.

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