“Yo ni loco entro al centro”, es la idea a cambiar

“Yo ni loco entro al centro”, es la idea a cambiar

“Yo ni loco entro al centro...” No existe un tucumano que no haya escuchado una y mil veces esta frase, sobre todo cuando se acercan las fiestas de fin de año u otros días en los que aumenta el movimiento comercial, como las vísperas del Día de la Madre, del Padre, del Niño, entre otros.

La actividad frenética que tiene el centro tucumano es única en el país, pero el desarrollo urbano no ha acompañado su crecimiento y por eso se ha tornado cada vez más expulsivo.

Por ejemplo, el esfuerzo y la inversión que se ha realizado para remozar y mejorar las peatonales y transformarlas en “un shopping a cielo abierto” se ve empañado por las enormes dificultades que encuentra la gente para llegar a ellas.

Decenas de estudios, informes u opiniones expertas coinciden desde hace años en lo que debe hacerse. Sin ir más lejos, hace unas semanas, estudiantes del último año de Arquitectura ganaron un premio internacional en Perú, con una propuesta para rediseñar urbanísticamente Tacna, una metrópolis con muchas semejanzas con Tucumán. “Más peatonales y más obras a escala humana”, fueron algunas de las conclusiones. Expulsar a los vehículos particulares del microcentro, agilizar el flujo de los ómnibus para que sean más rápidos y eficientes, facilitar el tránsito de bicicletas y priorizar siempre al peatón son algunos de los ítems que figuran en todas las propuestas urbanísticas.

No hay que investigar demasiado. Las necesidades nos explotan en la cara cada vez que llegan las fiestas y hay que ensanchar las veredas con conos viales y cadenitas y semipeatonalizar algunas calles, como Maipú, Junín o San Martín.

Que la queja “¡yo ni loco entro al centro!” se haya vuelto una costumbre es una alarma que debería hacer reaccionar a los funcionarios municipales de una vez por todas.

Este año se han producido algunos avances interesantes en materia urbanística, como la multiplicación de rampas peatonales en todas las esquinas del macrocentro o el reacondicionamiento de algunas plazas. Son las obras que en arquitectura se llaman de “escala humana”. Obras cuya proporción es acorde a las dimensiones del hombre y no de los autos, por ejemplo.

También se ha intentado dar batalla al caos del tránsito. Sin éxito, o más bien repleto de fracasos, como el megáfono para retar a los infractores, el montacarga para llevar autos mal estacionados o los carriles exclusivos para colectivos, todas medidas que han quedado en anuncios, pero al menos el municipio mostró que este problema está en agenda.

Ensanchar veredas, hacer más peatonales, trazar ciclovías, hacer carriles exclusivos para el transporte público y desalentar el ingreso de autos particulares al centro son algunos de los objetivos posibles, no muy costosos, al menos en sus etapas iniciales, con los que los tucumanos ¿podemos animarnos a soñar para este 2019?

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