Cocinar, limpiar y otras actividades domésticas de rutina generan niveles significativos promedio de químicos volátiles y de partículas dentro del hogar, lo que lleva la calidad del aire interior al mismo nivel del de una ciudad muy contaminada. Así lo afirman investigadores de la Universidad de Colorado Boulder, de Estados Unidos, informa la agencia DPA.
Además, los compuestos orgánicos volátiles de productos como el champú, el perfume o las soluciones de limpieza que se mezclan en el aire del interior de un hogar no se quedan allí. Se escapan al exterior y contribuyen a la formación de partículas finas y de ozono, lo que constituye una fuente aún mayor de contaminación atmosférica global del aire que los automóviles y camiones.
“Las casas nunca han sido consideradas una fuente importante de contaminación del aire exterior. Queríamos saber cómo cambian la química de una casa actividades básicas como cocinar y limpiar”, dijo Marina Vance, profesora asistente de Ingeniería Mecánica de la universidad, que participó de la investigación. Para sorpresa de su equipo, las concentraciones de contaminación en el interior fueron lo suficientemente altas como para que los sensores y otros instrumentos de medición debieran recalibrarse casi de inmediato. “Incluso el simple hecho de hacer tostadas elevó los niveles de partículas mucho más alto de lo esperado”, destaca Vance.
Otros expertos también están colaborando con el tema. El profesor Joost de Gouw demostró que las regulaciones sobre automóviles habían reducido las emisiones derivadas del transporte en las últimas décadas, mientras que la importancia relativa de los contaminantes químicos de los hogares solo había aumentado.