Con calma, Atlético derriba a los grandes y hace historia

El "Deca" volvió a ganarle a Boca en La Bombonera y se quedó con algo más que tres puntos.

NOTABLE TAREA. Entre varios cuerpos, Lucchetti se hace de la pelota como en casi toda la noche. El arquero sacó pelotas clave para que Atlético se quede con el triunfo. foto de matias nápoli escalero / especial para la gaceta NOTABLE TAREA. Entre varios cuerpos, Lucchetti se hace de la pelota como en casi toda la noche. El arquero sacó pelotas clave para que Atlético se quede con el triunfo. foto de matias nápoli escalero / especial para la gaceta

Cuando los jugadores de Atlético llegaron a la Bombonera, lo primero que se escuchó en el vestuario visitante fue “Calma”, uno de los hits del verano, el tema del puertorriqueño Pedro Capó remixado con su compatriota regatonero Farruko. Gustos musicales al margen, la canción pareció una declaración de principios, de no dejarse vencer por los nervios que habían desatado los últimos tres partidos sin goles a favor.

Con esa “Calma” como respuesta a todo, Atlético -otra vez, como si nunca saciara sus ganas de escribir las mejores páginas del club- volvió a hacer historia. El “Decano” ratificó su paternidad ante Boca y ganó por tercera vez en La Bombonera, como el 1-0 de 1976 o el 1-0 de 2016. Como si fuera poco, alcanzó además a su rival en el tercer puesto de la tabla -lo despidió de la lucha por el título- y dio un salto enorme a la Copa Libertadores 2020.

Para Atlético fue una noche fantástica desde el comienzo. Como si estuviera contagiado por el himno que había sonado en el vestuario, o por el recuerdo del gol de Leandro González en el verano de 2016, Atlético ya estaba en ventaja a los ocho minutos. A una buena incursión por izquierda de David Barbona y un retroceso eficaz de Mauro Matos le siguió un centro envenenado, un error de Julio Buffarini y una definición de Gervasio Núñez que fue directo a la historia.

Lo que siguió fue un partido en el que Boca, en desventaja en el resultado, logró ganar la mitad de cancha. Atlético la pasó mal por la izquierda de su defensa, sector en el que Sebastián Villa y Buffarini le hicieron el 2-1 casi permanente a Mathías Abero, víctima de la inferioridad numérica. Con Rodrigo Aliendro y Juan Mercier tapando huecos entre Emanuel Reynoso y Carlos Tevez, quienes deberían cobrar horas extras son Bruno Bianchi y Cristian Lucchetti, los sostenedores del 1-0 parcial.

No dejaba de ser una curiosidad: Boca sufría por un gol de Núñez y la solidez de Bianchi.

Es cierto que un remate de Barbona pasó cerca de Esteban Andrada y que Leandro Díaz erró un mano a mano clarísimo ante el mismo arquero de Boca, pero Lucchetti respondió ante Villa, Nahitan Nández y Ramón Ábila como en la historia de Atlético sólo supo hacer el propio Cristian Lucchetti.

Si la resistencia de Atlético en el primer tiempo ya había tenido tintes heroicos, el ingreso de Mauro Zárate reforzó el peligro. Lo peculiar -y de eso se trata el fútbol- es que el empate llegó en una jugada en la que lo peor parecía haber pasado: Abero cruzó a tiempo pero la pelota rebotó en Ábila y descolocó a Lucchetti.

Parecía que Atlético se conformaba con el empate porque Boca, en su último intento para pelearle el campeonato a Racing y Defensa y Justicia, puso todas las fichas: pasó a atacar con Zárate, Ábila y los recién ingresados Darío Benedetto y Cristian Pavón. Ricardo Zielinski respondió con Ricardo Noir y Nery Leyes para compensar ese arsenal ofensivo del rival pero en eso llegó la recuperación de Díaz, un error de Carlos Izquierdoz y una definición principesca de Barbona que, como el gol de Núñez, también pasó a la historia.

Atrás y ya en el olvido quedaron los tres partidos sin triunfos ni goles, pero eso es lo de menos. La grandeza de este Atlético es que hace de lo extraordinario algo normal.

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