Atlético perdió por poco y sufre mucho

El "Decano" no pudo lograr lo que hubiese sido un merecido empate ante River y quedó quinto.

MUCHO TRABAJO. Aliendro, que intenta llevarse la pelota ante Lucas Pratto, debió correr mucho más de lo habitual ante los jugadores que le puso Gallardo en el medio. El volante no pudo terminar de explotar. la gaceta / foto de diego aráoz MUCHO TRABAJO. Aliendro, que intenta llevarse la pelota ante Lucas Pratto, debió correr mucho más de lo habitual ante los jugadores que le puso Gallardo en el medio. El volante no pudo terminar de explotar. la gaceta / foto de diego aráoz

Iban aproximadamente 25 minutos del primer tiempo y Marcelo Gallardo, vestido de traje, tomaba café, mientras miraba el partido. A escasos metros de él, los jugadores de Atlético y River patinaban por el barro, se pateaban sobre la misma línea en la que estaba parado y se agarraban las camisetas (la de Ignacio Scocco a manos de Mathías Abero en el área, por ejemplo).

Horas antes de viajar a Tucumán, había dicho que el partido que sus dirigidos le ganaron al “Decano” no era una final ni un partido decisivo. La imagen suya con el vaso blanco humeante en la mano, mientras adentro se mataban por entrar a la Copa Libertadores 2020, parecía ir de la mano con su declaración.

Adentro del vestuario, antes del partido y seguramente en la charla técnica, seguramente no hubo café ni masitas. Así se vio a su equipo en los primeros minutos del partido en el que midió fuerzas con Atlético y los resultados eran parejos pero River estaba un segundo más adelante.

Incluso con una cancha pesada en la que la pelota tenía problemas para rodar. Incluso más adelante que Rodrigo Aliendro, que se caracteriza por anticiparse a todos. Esta vez, abrumado por el medio campo de River, quedó atrasado como todo el equipo.

No es que Atlético haya sido tremendamente inferior a River pero ese segundo más con el que contaban los visitantes, es crucial ante un equipo como ese. Quizás el que menos sentía esa diferencia de velocidad era José San Román, que por la derecha cumplió algo más que un buen partido, aunque no terminaría alcanzando.

El equipo de Ricardo Zielinski no se dejaba llevar pero dejaba pasar chances inmejorables. Gervasio Núñez, con la 10 en la espalda y el 9 (Mauro Matos) libre y frente al arco, desoyó el manual y prefirió patear al arco, aún con varios obstáculos en el medio. Un pecado que River le hizo pagar apenas segundos después.

Tan pesada estaba la cancha que River probó por arriba y no le fue mal. Mucho más si la defensa de Atlético cometería otro pecado: el despeje al medio de Jonathan Cabral. Sin perder ni un segundo (ese segundo que siempre estuvo adelantado), Cristian Ferreira, la nueva gema de Núñez, le pegó de sobrepique y convirtió el único gol del partido.

Esa secuencia, en la que el resultado pasó de un potencial 1-0 a favor de Atlético a un 0-1 en contra, noqueó al “Decano”. Durante el resto del primer tiempo, se repitió en sus formas para inquietar a Franco Armani, que en todo el partido estuvo parado donde tenía que estar parado. Y cuando no estaba bien parado, lo salvó la bandera.

El de Armani no fue un detalle no menor, porque si hay algo que hizo Atlético en el segundo tiempo, fue acertar al arco custodiado por el 1 de la Selección. Primero David Barbona, al comienzo, después Leandro Díaz, cuya pelota entró, pero recibió la pelota en clara posición adelantada. Más tarde fue Aliendro y Mathías Abero (ambos de cabeza) y Armani dijo no. También probó Ramiro Carrera, recién ingresado, pero la pelota que tenía destino de arco, rebotó en una pierna “millonaria”.

Cansado por el partido que jugó entre semana, River dejó venir al “Decano” en la segunda mitad del segundo tiempo. En esa franja horaria quizás residan las mayores penas para los “Decanos”, quizás. Porque fue un monólogo del local ante un visitante que sólo apelaba a salir de contra. Y que ganaba aire fresco con pulmones de lujo: Juan Fernando Quintero, Ignacio Fernández y Leonardo Ponzio.

Así era difícil para Atlético, aprovecharse del partido por Copa Libertadores que había jugado River. Aún atosigándolo como lo hizo en esos minutos finales. El empate valía mucho más que un punto para el “Decano”. Valía los tres que le hubiese seguido sacando al equipo de Gallardo en la lucha por la próxima Libertadores.

El mismo Gallardo que ya había terminado su café hacía rato. Luego del partido, pareció servirse otro poco: repitió que no se trataba de una final pero sí que era un partido importante. Lleve el rótulo que sea, River lo ganó y Atlético lo perdió. Por una mínima diferencia, por apenas un segundo quizás, pero no dejó de ser un triunfo y una dura derrota para Atlético.

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