El ataque fue rápido, violento, durante la oscura y lluviosa noche del miércoles, en Famaillá. La inseguridad podría haber inscripto otra tragedia, pero un teléfono celular terminó transformándolo todo, prácticamente, en un milagro.
La docente Nancy Patricia Lazarte (26 años), del barrio San Carlos de Monteros, confiesa que todavía no puede creer en la forma en que se salvó de morir a manos de dos motochorros que le dispararon mientras la asaltaban. El proyectil que podría haberla matado, porque fue directo a su abdomen, dio contra el celular. Si bien lo atravesó por completo, el aparato absorvió el impacto y la bala, finalmente, le provocó un corte superficial.
Un segundo disparo le provocó una herida, también superficial, en el brazo izquierdo.
El brutal ataque fue perpetrado a las 20.15 del miércoles, mientras la joven, luego de cumplir con su tarea en el Centro de Atención de Niños Especiales Las Casuarinas de esa ciudad, caminaba hasta la parada del colectivo, en la esquina de Alem y Lucas Córdoba. “Casi nunca solía ir a esperar el ómnibus ahí porque el lugar no parece muy seguro, por la falta de iluminación. Esta vez fui porque estaba lloviendo y me quedaba cerca. Cuando iba llegando al refugio aparecieron dos en una moto negra. El que iba atrás saltó cuando la moto todavía estaba en movimiento y, trastabillando, se dirigió directamente a mí”, relató la docente.
Nancy remarcó que, en un principio, pensó que el muchacho también llegaba a esperar el transporte. Pero se alarmó cuando sacó un arma de fuego y le apuntó. “Tenía unos 20 años y sin mediar palabra me manoteó el celular para quitármelo. Yo me resistí. Entonces, forcejeamos y en ese momento yo alcanzo a llevarme el aparato a la zona del abdomen. El tipo enseguida me apunta con la pistola y me dispara”, contó.
“Escuché uno o dos estruendos, no recuerdo bien por el susto”, relató. Tras los disparos, el atacante emprendió la huida con el otro delincuente que lo esperaba en la moto. “Un chico vio lo sucedido y se acercó a auxiliarme. Me llevó en un auto hasta mi lugar de trabajo y de ahí me derivaron al hospital (de Monteros. Cuando le contaba a mi jefa lo sucedido, me preguntó ‘¿estás herida?’ Y yo le contesté ‘no, fue solo un susto’. Pero me advirtió que me salía sangre en el abdomen. Yo no sentía nada”, recordó.
En el centro sanitario, a Nancy le detectaron escoriaciones a la altura del estómago y en el brazo izquierdo. Eso llevó a pensar que los disparos habían sido dos. El celular perforado, al igual que su campera y su bolso dañados, sustentan la sospecha de que hubo dos tiros.
La profesora trabaja en ese centro desde el año pasado, los lunes y miércoles. “Nunca pensé que me podría pasar algo así. Es que soy muy confiada. Tampoco imaginé que podría reaccionar como lo hice, poniéndome a pelear. Es un milagro que no me haya pasado nada grave”, reflexionó.
“La verdad, le doy gracias a Dios de que el celular haya salvado la vida de mi hija. De lo contrario, hoy estaríamos todos destruidos. La inseguridad que vivimos es aterradora”, dijo Delia del Carmen Santillán, madre de Nancy.
En el caso tomó intervención la fiscalía de Instrucción III del Centro Judicial de Monteros, a cargo de María Eugenia Posse. La ayudante de la fiscal, Constanza Bosco, informó que ya se instrumentan pericias y medidas tendientes a individualizar a los autores del ataque. “Fue una desgracia con suerte. La chica fue atacada a balazos y le salvó la vida un celular, que ahora está en manos de los peritos”, ratificó la funcionaria. El caso de Nancy se viralizó a través de las redes sociales.