Osvaldo Jaldo, Beatriz Mirkin, José Manuel Paz y Eduardo Verón Guerra, los cuatro candidatos a vicegobernador, llegaron a la redacción de LA GACETA alrededor de las 22, como fueron citados por la producción, aunque el orden de llegada nada tiene que ver con el orden en los atriles. Previo al debate televisado se realizó el sorteo para conocer el orden en el que iban a estar ante las cámaras. Desde ese momento comenzamos a ver los ánimos con los que vinieron los candidatos. El vicegobernador actual, Jaldo, “bromeó” con un comentario sobre si la senadora Mirkin los iba a dejar hablar o iba a hablar ella sola. En este debate histórico para la provincia cada uno de los representantes de los distintos frentes estuvo acompañado por sus asistentes.
Si algo que hay que entender al ver por televisión estos enfrentamientos es que hoy, para cualquier político, lo natural es estar frente a una cámara; saben lo que es un primer plano; cómo la buena iluminación favorece; los tiempos de la televisión y, además, cuidan hasta el milímetro su discurso y sus gestos. Ninguno de los cuatro candidatos estuvo improvisando; en mayor o en menor medida, todos vinieron couchados y listos para los cámaras.
En esta instancia no podemos hablar de ganadores o perdedores, pero sí podemos decir que mantuvieron intensidades diferentes, quizás alguno menos artificial que otro.
Jaldo fue el candidato combativo; se mantuvo agresivo y atacando a sus adversarios. Aunque estuvo acelerado, nunca perdió el hilo de lo que quería expresar. Estuvo siempre pendiente de los comentarios que hicieron sobre su gestión.
Los tonos
Por su lado, Paz, candidato por Vamos Tucumán, en la primera pausa repasaba de memoria, en voz baja, lo que había estudiado. Para responder, consultó mucho los papeles. Por lo tanto, bajaba la mirada, no hablaba directo a la cámara, al público, y, teniendo en cuenta que esto es un show televisivo, para un político es importante su capacidad de responder sin machetes. Los ataques que recibió por pertenecer a la gestión de Cambiemos no lo incomodaron. Al contrario, le dieron la posibilidad de mostrar la estrategia de un debate “constructivo”, conciliador y con miras al futuro.
Mirkin fue de menos a más. Si bien llegó confiada y contenida al momento del debate, se mostró segura de sí misma, aunque miraba mucho detrás de cámara, precisamente en donde estaban sus asesores. Estuvo bien en los minutos que tenían para exponer lo que harían con determinadas temáticas, pero quizás su mejor momento fue en el primer debate de ocho minutos, precisamente cuando le marcó el tono a Jaldo diciéndole “Osvaldo no seamos irrespetuosos”. Los debates libres le sientan bien, le permitieron evidenciar sus años de militancia a través de su discurso.
El candidato por Fuerza Republicana, Verón Guerra, al principio entró frío, pero con el correr de los minutos televisivos fue ganando calidez. Tuvo una performance más pausada, tranquila. En su minuto para exponer, se lo notó un poco más tranquilo, aunque sufrió bastante en los ocho minutos libres para debatir, a lo mejor por los fuertes cruces entre los otros tres candidatos y su intención de no quedar en fuego cruzado.
Quizás el mérito de los políticos sea su capacidad para adaptarse a la situación. Por ejemplo, pueden protagonizar cruces al aire, pero luego mostrarse distendidos con sus oponentes detrás de cámara.