Calculadora “electoral” en mano

Una cosa es segura: quien resulte electo gobernador el domingo no podrá superar la marca de 491.951 votos (o el 51,64%) del ganador de 2015 ni el segundo podrá pasar la barrera de los 380.418 sufragios (o el 39,94%) que consiguió el que quedó en ese lugar, según las cifras oficiales del escrutinio definitivo publicado por la Junta Electoral. Sólo los que ven la realidad con el velo del fanatismo o del “optimismo mágico” pueden soñar con que alguna de esas cifras será quebrada.

El dato no es menor y tendrá impacto en la conformación de la Legislatura y en el balance del poder, sea quien sea quien resulte vencedor.

Una de las encuestas más difundidas (o filtradas) por el oficialismo tucumano, de Quality, coloca a la dupla de Juan Manzur y Osvaldo Jaldo como vencedores, con un 31,9%, lo que se traduce en poco más de 300.000 votos si se toman en cuenta los alrededor de 950.000 tucumanos que fueron a las urnas en los comicios de hace cuatro años. La cifra es baja, sobre todo para manejar a un peronismo durante cuatro años sin chances de reelección en el máximo cargo provincial. Sería resignar la disputa por un lugar preponderante a nivel nacional: Sergio Uñac en San Juan, Juan Schiaretti en Córdoba y recientemente Oscar Herrera Ahuad en Misiones pueden sacar pecho y pelear un lugar en cualquier espacio nacional del justicialismo con las contundentes victorias en sus respectivas provincias. ¿Arrasar en las provincias es requisito para ello? Es una invitación en la “mesa de los galanes” del peronismo nacional. Los más confiados dentro del oficialismo provincial apostaron al grupo de los escépticos a que superarán el 40% y los 400.000 votos. Los más sesudos creen que, de ganar, lo harán con una cifra cercana a la que marcó la encuestadora Quality.

En el búnker de José Alperovich insisten con que el senador marcha primero en las encuestas que le acercan y hacen caso omiso de los rumores que hablan de un derrumbe de su intención de voto. Allí, sin embargo, se respira un aire más parejo en cuanto al resultado electoral y consideran que la pelea será “a guantazo limpio”. En criollo, los alperovichistas sostienen que se impondrán por un margen acotado de sufragios.

Algo similar especulan en el espacio de Silvia Elías de Pérez. Sostienen que la senadora nacional no para de crecer y que la última encuesta, de poco más de 4.000 casos, la puso por primera vez como ganadora, incluso en las tres secciones electorales. El estudio de DattaLab la muestra fuerte y con ganancias en base a los tres municipios de Cambiemos: Yerba Buena, Concepción y San Miguel de Tucumán. Su apuesta al triunfo es retener a sus votantes de siempre, rogar que Alperovich no caiga (afirman que le quita votos a Manzur) y esperar que Ricardo Bussi continúe en el subterráneo al que según ellos ingresó hace un par de semanas.

Respecto de Fuerza Republicana, más allá de que Bussi dijo -con irrespetuosidad evidente, por cierto- en el debate de LA GACETA que estaban hablando con “el futuro gobernador”, no declamó demasiado ni su triunfo ni que sentía que estaba ante él. Sin embargo, las encuestas de todos sus principales competidores lo colocan en lugares expectantes, que van de segundo a cuarto, con un piso de más de 100.000 votos, el triple de lo que colectó en 2015.

¿Un ganador con menos votos que el segundo de 2015 y una lucha sin cuartel por el “premio consuelo”? Así parece el escenario en la antesala de los comicios en Tucumán. Serán otras elecciones marcadas por las decenas de papeletas en los cuartos oscuros, los miles de candidatos, la Junta Electoral incompleta, el sistema electoral siempre cuestionado y el clientelismo pululante en las calles nubladas de propaganda y campaña sucia.

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