Una campaña sucia que denigra la política

06 Junio 2019

Hace ya tiempo que la Argentina asiste a un deterioro institucional más que preocupante. A la pérdida del respeto por el otro, la intolerancia, la incapacidad para dialogar, se suma una marcada actitud individualista en una buena parte de la sociedad que pareciera dispuesta a superar cualquier obstáculo de cualquier manera. Todo es válido para conseguir lo que se desea, pareciera ser el lema actual, especialmente en lo que a política se refiere.

En los últimos días de la campaña electoral, a través de las redes sociales “se filtraron” audios, videos y fotos referidos a la vida privada de algunos de los candidatos a cargos electivos en Tucumán.

Al parecer no interesa demasiado la formulación de propuestas o la discusión de ideas para solucionar los problemas de los tucumanos. Se busca descalificar al rival, apelando a las argucias más viles, como meterse en su vida privada, sin interesar el daño que se puede ocasionarle.

Si este es el camino de los postulantes para conseguir unos votos más y llegar a la meta deseada en los comicios del domingo 9 de junio, ¿qué se puede esperar de quienes aspiran a representarnos? ¿Acaso son dignos de gobernarnos quienes promueven estos procedimientos?

¿Tanto es el temor a perder que se apela a estas bajezas para destruir al “enemigo”? Quien lo hace está mostrando que su don de gente es escaso o nulo y que no merece representar a nadie. Porque la política bien entendida está siempre al servicio de los demás, debe ser un canto a la honestidad y la transparencia de los actos de quienes la practican. No basta con parecer honrado, hay que serlo.

La campaña sucia a la que asistimos en estos días no es otra cosa que una cara de la corrupción que está minando las bases de nuestra comunidad. A juzgar por la realidad, parece que llegar al poder no implica necesariamente el orgullo de representar a los comprovincianos, sino una salvación económica. ¿Será esa la causa de que haya más de 18.000 candidatos a 347 cargos electivos?

Las situaciones límite pueden sacar lo mejor o lo peor en el ser humano. ¿Cualquier patraña es válida para ganar? Si la política y sus protagonistas gozan de desprestigio en la ciudadanía, esta metodología no hace otra cosa que justificar ese pensamiento y denigrar aún más esta noble actividad. Pero también esta despiadada campaña sucia está reflejando cuán enferma está una parte de la sociedad tucumana, que hace realidad la maquiavélica frase de que el fin justifica los medios.

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