Narcisistas, desafiantes, hiperconectados

Una invitación a pensar la adolescencia

09 Junio 2019

ENSAYO

ESOS RAROS ADOLESCENTES NUEVOS

LUCIANO LUTEREAU

 (Paidós - Buenos Aires)

He aquí un libro que ha ido metiéndome por una pasarela de sensaciones y de ideas que fueron reinaugurando en mí ancestrales debates encapsulados en el olvido hacia esas cosas invisibles que son esenciales. Fue impactante descubrir los nombres de genios musicales, de canciones que fueron preámbulos de maravillosas historias personales, himnos de agasajo a la vida matizados de esplendorosa comprensión hacia lo maravilloso del mundo adolescente. Allí los veremos a Charly, Calamaro, Cerati, desgranando versos en medio de una etapa de la vida que promueve desconciertos.

He transitado las páginas como quien ensaya paseos por galerías inciertas que te devuelven o te hacen retornar a los planteos agudos antes que a las convicciones cerradas. En este momento en el que el debate sobre la diversidad sexual hace efervescencia en el corazón abierto de las aulas y es una llaga doliente para una sociedad conservadora, este libro nos sitúa en la escucha, el debate y el amplio horizonte existencial para incluir al diferente; está abarrotado de preciosos relatos, no deja de examinar la tipología del “traga” del curso hasta el “hiperconectado” que deviene en autista para los padres.

También nos promueve planteos exquisitamente profundos: ¿Cuánto han crecido los niños? ¿Son adolescentes o continúan siendo niños pero con práctica sexual? Planteos todos que nos transmiten la diáfana seguridad de que quien los expresa ha podido meterse en el corazón del ser adolescente, desde sus prácticas de educador apasionado y de psicoanalista ansioso de abrazar verdades tan difíciles de aprehender cuando de la condición humana se trata.

Hay un fabuloso capítulo dedicado a los padres, en el que con expresiones heideggerianas se refiere a “hacer un elogio del rodeo, de la encrucijada que sobreviene cuando se camina y no se sabe de antemano adónde ir, cuando es preciso perderse para poder encontrarse”; con estas expresiones legitima el mundo lúdico del adolescente, para quien los resortes de eternidad transcurren en un tiempo despreocupado en el que se reencuentra con la aporía entre el querer y el deber. Una etapa, la adolescencia, que hasta puede envolver resortes de codicia y admiración en expresión de Calamaro: “Qué más quisiera que pasar la vida entera, como estudiante el día de la primavera”. Una invitación a la lectura y un diálogo con el adolescente que alguna vez fuimos.

© LA GACETA

GRACIELA JATIB

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