Hola y adiós a “Toy Story”

La saga creada por Pixar se despide a lo grande con nuevos personajes.

EL REGRESO DE UN EXITO. Los inolvidables personajes de “Toy Story” regresarán a los cines con una nueva aventura. EL REGRESO DE UN EXITO. Los inolvidables personajes de “Toy Story” regresarán a los cines con una nueva aventura.
20 Junio 2019

Llega “Toy Story 4” para decir adiós a lo grande a sus entrañables personajes. El gran estreno de Pixar-Disney del primer semestre pone fin a una espera de años, con nuevos y viejos juguetes y muñecos lanzados a una intensa aventura que los obliga a enfrentar el riesgo en cada escena. Es un filme que bien puede definirse como una comedia romántica de diversión, reencuentos y despedidas.

La primera novedad es la llegada de un debutante en la historia: Forky es un miedoso tenedor devenido en juquete, quien no se valora. A él se suma el eterno optimista sheriff Woody, sin quien la saga no existiría y acá lo refuerza. A él se suma su osado amigo, el astronauta Buzz Lightyear. A ese trío se suma el sorpresivo regreso de la bella e independiente Bo Peep, que hace latir más fuerte que antes el corazón del comisario vaquero. Y entre ellos se filtran todos los personajes de antes y de ahora (se recomienda seguir al novato Duke Caboom) para un producto que está pensado como ideal para el encuentro familiar en las salas: los que vieron las películas anteriores las recordarán y quienes debuten en el cuarto y último filme, se deslumbrarán.

Todos, sin excepción, disfrutarán de un espectáculo animado de la calidad deslumbrante que suele ofrecer Pixar, hasta en los detalles más chicos. Con esta cuarta película de la serie inaugurada en 1995 (sí, el año que viene cumplirá 25 años su estreno) se confirma su supremacía en la animación por computación. Pero no sólo es técnica, sino que el guión sostiene la historia que se quiere contar, en la que se refuerza el paso del tiempo y la madurez como algo inevitable, que debe ser asumido positivamente como pasos hacia adelante en un proyecto de vida.

Hay nostalgia, por supuesto, como en todo lo que se sabe que termina. Pero también está presente la mirada inocente de niño que se tiene en algún lugar hasta el último día, que permite sorprenderse y divertirse por igual, sin importar la edad.

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