Los toros y el elefante en la selección

EL PRIMER CONTACTO. Menotti conoció a Messi hace unas semanas en el predio de la AFA en Ezeiza. También estuvo presente el presidente Claudio “Chiqui” Tapia.  EL PRIMER CONTACTO. Menotti conoció a Messi hace unas semanas en el predio de la AFA en Ezeiza. También estuvo presente el presidente Claudio “Chiqui” Tapia.
24 Junio 2019

Sebastián Fest

Especial para LG DEPORTIVA

Lo fácil (y un tanto cobarde, ¿no?) es criticar a Lionel Scaloni, destruir y descalificar al hoy técnico de Argentina. Es bien cierto que nunca debió estar en la posición que está hoy, porque su experiencia como técnico es prácticamente nula y porque dirige a otro Lionel (Messi), que, de Josep Guardiola a Gerardo Martino, tuvo técnicos de enorme nivel y a esta altura sabe más que muchos entrenadores.

Lo fácil es tratar con desprecio a Scaloni, decir “a quién le ganó este muchacho”, aunque el que lo diga tampoco le haya ganado a nadie (ni jugado en la primera división de España, claro).

Lo fácil es, una vez más, hacernos los distraídos. No importa el 2-0 con Qatar y el pase a cuartos para jugar con Venezuela. La Copa América era una trampa y lo seguirá siendo. Incluso (o más aún) si se la ganara. César Luis Menotti, que sigue sin entender que no puede oficiar de comentarista de una selección de la que es, en teoría, el máximo responsable, lo intuyó seguramente hace meses. Sorprendería que no lo haya hecho. Vale la pena un flashback para ayudar a entender por qué a Menotti no se le puede escapar lo que está pasando.

Son más que conocidas las conversaciones entre Menotti y Guardiola antes de que el español iniciara su fantástica historia al frente del Barcelona. Menos se ha hablado, en cambio, de lo que Menotti le dijo a Luis Aragonés, aquel hombre que sacó a España de su histórico complejo (y confusión) para llevarla al título europeo, antesala del mundial conquistado con Vicente Del Bosque al mando.

Era de noche en Madrid y Aragonés fue directo al grano en aquel verano de 2004: “César, si tuvieras que dirigir la selección española, ¿qué harías?”.

Menotti no dudó: “Muy simple, si asumís ese puesto vas a tener que elegir entre ser toro o torero”.

Aragonés, el hombre más castizo del mundo y apasionado por las corridas de toros, entendió al instante y no dudó: “¡Torero! Yo quiero ser torero”.

Era fácil decirlo y difícil hacerlo en una España acostumbrada a ser toro toda la vida. Lo sanguíneo era lo importante en una selección que llevaba el apodo de “La furia”. Con Javier Clemente al frente, la selección embestía al rival con la fuerza y la ceguera de un toro, recuerda Roberto Saporiti, confidente de Menotti tras aquella conversación fundacional.

La selección argentina está hoy en un momento aún más complejo que el de aquella España. No se insinúa, precisamente, el florecimiento de una generación de Xavis, Iniestas, Puyoles o Piqués, aunque sigue habiendo muy buenos jugadores. Es como si Menotti necesitara el consejo de otro Menotti, porque está claro que la Argentina no es hoy torero. Falta ese que, en palabras de Saporiti, “piensa y desarrolla”, ese “que ve cómo esquivar al toro que lo viene a embestir”.

El toro no solo embiste a la selección, también puede embestir a Messi, al que comienzan a advertírsele cierta frustración y cansancio moral en la dura tarea de sostener esa camiseta que nunca abandonará, la de la selección argentina. Y el toro no lo está embistiendo, pero está dejando en una situación complicada a Menotti, que a su edad tiene comprensibles problemas de salud pero que, se insiste, debería repensar su rol en el esquema de los seleccionados nacionales.

Menotti dijo lo siguiente en enero: “La figura del entrenador de Argentina está por encima de todo. Yo estaré ahí para acompañarlo. Jamás voy a intervenir en las decisiones del entrenador. Estaré para ayudar, para aconsejar”.

Seis semanas después dejó otra frase: “Yo no hubiera citado a Messi”.

Y unos días más tarde volvió sobre el asunto, ya en versión recargada: “Me da miedo que Messi juegue, lo veo muy cansado”.

Y la semana pasada, en su columna del diario deportivo español “Sport”, fue más allá: “El fútbol, lo dije muchas veces, es orden y aventura. Si sospechamos que vamos a lograr los resultados solo a través de la aventura mágica de algunos futbolistas no vamos a encontrar el resultado. En cambio, si se prioriza el orden táctico y estratégico, tenemos jugadores capaces de crear aventuras para encontrar el resultado”.

Salvo en la utilización de la primera persona, suena como si Menotti estuviera comentando a una selección ajena, aunque en este tipo de columnas haya que hacer una salvedad: Menotti no las escribe, se arman en base a un diálogo con el entrenador. Como dato, Menotti jamás hablaría de “la albiceleste”, que es como “Sport” lo hace hablar en el texto.

El problema es que entre las burlas a Scaloni y el desconcierto que genera Menotti, hay un elefante en la habitación de la selección al que nadie quiere ver. Es un elefante, aunque lo apoden “Chiqui”, y es el hombre que manda en la selección. Acertó con el semi interinato de Scaloni, porque ningún entrenador de peso le daba el sí que necesita. Pero ese semi interinato ya no se sostiene. No se sabe qué piensa realmente Tapia. Ni qué va a hacer. Sencillamente porque no habla, o, cuando lo hace, no dice nada concreto.

Sigamos mirando la Copa América, pero pongámosle un ojo a “Chiqui”. En algún momento el elefante comenzará a moverse.

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