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Deseo, fe, esperanza, sacrificios, emoción, música y alegría. Esas son las cosas que se viven cada 24 de junio, en la Noche Mágica de San Juan.
En un barrio alejado del centro tucumano, los creyentes se extendieron a lo largo de dos cuadras, en el pasaje Rosales 1.100, con una fogata en el medio de la calle, a la que rodearon para bailar y para ofrecer a modo de ritual.
Desde las 20 y durante toda la madrugada disfrutaron de la música de artistas tucumanos que tocaron y cantaron y bailaron como ofrecimiento al santo.
Antes de la medianoche llegó el momento más esperado: la gente dejó los papeles con los deseos escritos y las cosas malas que desean sacar de sus vidas este año. Colocaron los pedidos en la mochila que cargaba un muñeco de tela, hecho por los organizadores y a las 0 se lo quemó al grito de ¡Viva San Juan!
Para continuar con la tradición, saltaron tres veces la fogata; aunque algunos eligieron caminar por encima de las brasas como sacrificio.
Cada año la fiesta se vuelve más popular y son más personas las que eligen disfrutar de una velada especial como lo es la de San Juan.