Las joyas arquitectónicas que no se protegen

La conservación de su pasado es un tema que no pareciera importarle demasiado a una buena parte de los tucumanos, por lo menos, en lo que a patrimonio arquitectónico se refiere. En los últimos lustros, San Miguel de Tucumán ha visto caer bajo la piqueta inmuebles antiguos que formaban parte de la historia provincial. Cuando aún no se han acallado las quejas por la demolición de la ex sede del Banco Francés, en calle San Martín 730, le llegó el turno a la casona de Alberdi 150, que albergó en 2005 a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Tucumán.

La propiedad con características propias del modernismo y del art nouveau de principios del siglo XX, perteneció a la familia Ferullo y años atrás tuvo lugar allí la muestra de diseño y decoración Casa DEA. También fue sede de la Municipalidad capitalina y de la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 5. El derribo ya comenzó.

Hace pocos días se inició la demolición parcial del edificio del Buen Pastor, ubicado en Mendoza y Salta, que pertenece al arzobispado. “Hay que aclarar que no integra el listado de edificios de valor municipal... tiene estructuras que están en mal estado, gran parte del techo de adentro se ha caído y por ello nos han hecho un pedido de permiso para demolición parcial. A medida que se vaya demoliendo verán qué partes se pueden rescatar”, dijo el director municipal de Catastro y Edificación.

Un camino similar ha seguido la imponente casona ubicada en la ochava noreste de Mendoza y Virgen de la Merced. La directora provincial de Patrimonio afirmó que se deben ajustar ordenanzas municipales y la ley provincial. “Si seguimos con las demoliciones en el casco histórico perderemos la ciudad histórica. A nadie le interesa venir a Tucumán para ver Puerto Madero”, manifestó.

En noviembre de 2011, una arquitecta, funcionaria de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Generalitat de Cataluña, dictó un curso en nuestra ciudad. La especialista señaló que el resguardo del valioso legado se logra con educación, legislación, involucramiento del Estado y de los ciudadanos, política fiscal y decisiones administrativas. Por ley, el presupuesto de obras públicas de Cataluña debe destinar el 1% al patrimonio cultural. Contó que existe un régimen de sanciones estricto para los que incumplan la norma y se incentiva a la población a proteger las propiedades con valor con exención impositiva, con apoyo, subvenciones y asesoramiento técnico. “En España muchos edificios patrimoniales son privados; entonces se generan estrategias para que sus propietarios estén dispuestos a cuidar y mantener ese bien que es suyo, pero también es de todos. Hoy muchos están orgullosos de poseer un edificio patrimonial y ellos mismos gestionan la declaratoria”, manifestó la arquitecta y acotó que se estimula la inversión privada a través de los mismos propietarios y de bancos o fundaciones.

La restauración de la histórica iglesia de San Francisco, pendiente desde la década del 80, es una muestra emblemática de la importancia que le damos a la preservación de las joyas de nuestro pasado. En alguna ocasión, dijimos que los edificios antiguos y valiosos son como los ancianos, necesitan un cuidado permanente porque el paso de los años los vuelve cada vez más frágiles. Pero da la impresión de que los tucumanos somos cultores de la piqueta porque al parecer, padecemos la extraña manía de destruir nuestro pasado.

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