Por segunda vez, Tucumán fue sede del Concurso Internacional de Piano, que acaba de concluir y que en su fase final, contó con la participación de jóvenes pianistas provenientes de Rusia, China, Noruega, Perú, Suiza, España, Estados Unidos y de Buenos Aires. El certamen, que fue nuevamente organizado por el Ente Cultural de Tucumán y la Universidad San Pablo-T, contó en la oportunidad con el auspicio del Gobierno provincial, el Consejo Federal de Inversiones y varias empresas. Durante seis días los tucumanos pudieron escuchar en nuestro primer coliseo a los participantes en forma gratuita.
Como si eso fuese poco, hubo dos recitales del croata Goran Filipec y el argentino Nelson Goerner, integrantes del jurado, al comienzo y en el epílogo de la justa musical. El ruso Alexey Sychev obtuvo el primer premio, el chino Aristo Sham, el segundo, y el ruso Ilya Ramlav, el tercero, quienes brindaron ayer un recital en el Centro Cultural Kirchner, como parte de la recompensa que obtuvieron, y durante la temporada de 2020 tendrán la oportunidad de brindar conciertos con orquesta o recitales en diversas ciudades argentinas.
Como había sucedido hace tres años, Tucumán volvió a estar en el centro del ambiente musical del país. Una larga tradición lo respalda: desde organismos educativos como el Instituto Superior de Música y la Escuela de Luthería de la UNT, el Conservatorio Provincial, la Escuela Superior de Educación Artística, hasta grandes artistas que pisaron nuestros escenarios como el tenor Caruso, el compositor Camille Saint-Saëns, el barítono Titta Ruffo, e instrumentistas como Arthur Rubinstein, Claudio Arrau, Henryk Szeryng, Ruggero Ricci, Walter Gieseking, Wilhelm Backhaus, André Navarra. A lo largo de casi dos décadas enseñaron y ejercieron su arte en nuestra ciudad el compositor Luis Gianneo y el violinista Enrique Mario Casella. La existencia de varias orquestas académicas y populares, así como de numerosos coros, dan una idea de la importancia que los tucumanos le dan a la música como expresión artística.
Al igual que la primera edición que se gestó en 2016, como parte de los festejos del Bicentenario de la Declaración de la Independencia, el público tucumano acompañó con entusiasmo las instancias de un certamen, que tal vez ha permitido a estudiantes y docentes locales saber dónde están parados académicamente y al mismo tiempo, ser un estímulo para superarse aún más y alcanzar un nivel de excelencia.
Para la Orquesta Estable también fue un desafío porque tuvo que preparar en pocos ensayos los tres conciertos que los finalistas tocaron en la última ronda, prueba de la cual salió airosa.
Una vez más se demostró que es posible el trabajo mancomunado entre la actividad pública y la privada tras un proyecto común, que llegó a buen puerto, una práctica que debería ejercitarse a menudo en otras áreas. Tal vez a este certamen pianístico le esté faltando un nombre que le dé pertenencia; en una ocasión propusimos el de Myrtha Raia, una de nuestra más queridas intérpretes y maestras.
Lo más difícil es lograr la continuidad de este concurso destinado a enorgullecernos, como el Septiembre Musical Tucumano o el Julio Universitario, y que nuestra comunidad lo sienta como propio. El futuro dirá si somos capaces de mantenerlo en el tiempo.