Magia adolescente: Gauff, de 15 años, venció a Venus Williams, de 39

EMOCIÓN. “Es la primera vez que lloro después de ganar”, reconoció Gauff. reuters EMOCIÓN. “Es la primera vez que lloro después de ganar”, reconoció Gauff. reuters

Tiene las patas largas como si hubiera caminado mucho. Tiene la fragilidad de los jóvenes que gritan y se desmoronan casi al mismo tiempo. Tiene la mirada de los chicos, esa que no mira, sino que sueña. Tiene la intrepidez y acomete feroz como recomienda Almafuerte en el poema “Piu Avanti”, que seguro no leyó porque en su Estados Unidos natal no se desparraman estos libros.

Tiene las patas largas y flacas, pero lo suficientemente duras como para convertirse en los cimientos que sostienen al court Nº 1 de Wimbledon. Y, el 1 tal vez no sea casualidad, Cori Gauff, le ganó a alguien que alguna vez fue una number one en el primer día de este coqueto Grand Slam de Wimbledon. Capaz de abrazar a quien lo visite y de abrasar a quien se apasiona con sólo ver la gramilla tan cuidada como sus flores.

El court número 1. Ve doble. Las pelotas y las jugadas se repiten. No les importa, están hipnotizados por esta pequeña atrevida e intrépida. Ya ganó el primer set con autoridad. Su raqueta es una varita tan mágica que es capaz de hacer realidad sus sueños. El partido está para definirse. Sus nervios le hicieron perder su saque, sus pocos años se animaron a recuperarlos y transferírselos a su rival, la veterana y experimentada Venus Williams (perdió 6-4 y 6-4) quien a pesar de su sapiencia se sale de las casillas. No puede creer que tres pelotas sean exactamente iguales. Llegan al final de la cancha, casi en la línea pero ella -como todo el extasiado estadio- están seguros de que se irán afuera… Pero no. La chiquita de 15 años es capaz de hacer magia y su muñeca ya le dio la orden de que caigan esas pelotas antes de que se vayan. Son veneno puro. Y no se irán. Venus ya no gravita. Se sale de su órbita. Cuando devuelve esas pelotas las deja en la red, porque ha quedado desorbitada. Y, si no, le pasa por arriba, después de picar como si fuera una principiante y no una experta.

La mocosa controla todo. Y el court número 1 (en realidad es el dos porque está el court central es el principal, pero la chiquilla hace magia) se levanta, salta, grita, se desparrama, se desilusiona según manda Cori, según late el corazón de Gauff.

CONVOCANTE. Cualquiera de las Williams atrae la atención. Esta vez Venus lo hizo, pero Gauff le arrebató el protagonismo. foto de federico van mameren (especial para lg deportiva) CONVOCANTE. Cualquiera de las Williams atrae la atención. Esta vez Venus lo hizo, pero Gauff le arrebató el protagonismo. foto de federico van mameren (especial para lg deportiva)

La última pelota no llega nunca. Se demora. El público no se quiere ir. Quiere quedarse con Cori, es la quinceañera con la que todos quieren bailar. La pelota se cansa, va y viene hasta que Venus la tira afuera y se rinde ante la mocosa insolente.

Cori se cae y se derrumba el court número 1 de Wimbledon. Miles de todo el mundo gritan, la aplauden, sonríen y disfrutan de la mágica primera tarde. Gauff se levanta y el estadio se eleva en un solo grito, en un solo elogio. El partido ha terminado. Nadie se mueve de su lugar. Ella saluda y se queda quieta. Arrodillada al lado de su silla. Todos la aplauden de pie. Todos la veneran. Creció de golpe. Con todo respeto espera que Venus se vaya, que deje el estadio. Quiere ser la reina de la tarde ella sola.

Da unos pasitos, levanta su bolso y saluda con timidez y le responden con euforia. Todos siguen sin moverse. Da sus primeros pasos y parte al vestuario, parte a la fama, se va detrás de sus sueños. Sueña que es la estrella de la jornada y el sueño se hace realidad. Tiene solo 15 años… y la magia de la adolescencia que es capaz de convertir cualquier berrinche en un día glorioso.

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