ACTÚA HOY
• A las 17 en La Colorida (Mendoza 2.955).
Ana Correa atraviesa fronteras y acerca historias de dolor que terminan siendo comunes a los pueblos latinoamericanos. La actriz y directora peruana, integrante del grupo Yuyachkani, presentará esta tarde en La Colorida “Rosa Cuchillo: El desmontaje”, donde desnuda el trabajo de construcción de esa obra, en la que fue dirigida por Miguel Rubio.
Su personaje es Rosa Guanca, una mujer cuyos padres mueren en un terremoto y se refugia en una chacra cuando los hombres de su pueblo la empiezan a molestar. Ella había escuchado que si hacía una cruz y clavaba un cuchillo en el centro, se libraría de las presiones y de los malos espíritus, por lo que la gente empieza a llamarla Cuchillo. Tiene un hijo que se involucra en la lucha armada del Perú, pero se decepciona y sale de la organización, pese a lo cual es asesinado en una represión. Ahí comienza su lucha por encontrar los restos del desaparecido, en un mundo donde los vivos y los muertos se entrecruzan.
La propuesta entrecruza la obra en sí con los procesos creativos desplegados para su realización, le explica Correa a LA GACETA. “Es una acción escénica para espacios abiertos y mercadillos populares alrededor de los puestos fijos, porque queremos llegar a un nuevo espectador”, describe.
- ¿Qué le llevó a hacer esta obra?
- Las cientos de madres que buscaban a sus hijos desaparecidos en mi país en los 20 años de conflicto armado, que golpeó en especial Ayacucho. También incidió la enfermedad terminal de mi madre, que me llevó a preguntarme si nos volveríamos a ver luego de la muerte. Hay tanto deseos de consuelo como de lograr justicia.
- ¿Cómo se manifiesta el tránsito entre la vida y la muerte?
- Son ciclos: la vida es parte de la muerte, y la muerte es parte de la vida; están acompañadas. En la cosmovisión andina, muy diferente a la judeocristiana, el perro que crias de niño te acompañará en el viaje a la muerte, trayecto en el que podrás reparar los vínculos con tus padres, parejas y gente que murió antes. El texto está inspirado en un libro de Óscar Colchado Lucio, quien relevó todo el universo conceptual de esa cultura, de los mundos de arriba y de abajo. Habla también de reencarnación.
- ¿De qué forma se puede definir a su Rosa Cuchillo?
- Mi personaje es un “alma viva”, no es un fantasma que molesta sino que regresa para consolar a un pueblo enfermo de pena y de olvido. Quiere limpiar y florecer. El vestuario se inspiró en la tierra andina que conocí muy bien, porque mi abuela Rosa era de allí.
- La obra habla de una historia inconclusa y sin final...
- Es un acto de reparación simbólica. Cuando en la realidad no se logran conquistas, el teatro puede conseguirlas, aunque la justicia debe hacerse en la tierra. Era una forma de consolar a las madres y a las miles de familias que buscan a sus hijos, esposos, esposas y hermanos en las fosas clandestinas.
- Su grupo Yuyachkani tiene una de las trayectorias más extensas y prestigiosas del teatro latinoamericano.
- Significa en quechua “estoy pensando, estoy recordando. Cumplimos 48 años de trabajo, y desde hace más de 40 años somos los mismos. Tenemos un repertorio de 14 obras, con una dramaturgia peruana siempre sobre la memoria. Tenemos grupos hermanos maravillosos en Colombia, Bolivia y Ecuador. Nuestra forma de trabajar es a partir de un laboratorio interno de creación con la página en blanco para construir algo nuevo, ponernos en riesgo y empezar siempre una indagación distinta. Pasamos por distintas etapas hasta llegar al actor creador, que se responsabiliza por lo que dice y hace en escena.
“Útero generacional”, una obra de Melina Hernández
En La Colorida, a las 22, se repondrá la obra “Útero generacional” de la tucumana Melina Hernández con la dirección de la peruana Ana Correa. La propuesta es un viaje por cuatro mujeres de la familia de la actriz protagónica, que expresan distintos momentos y etapas de la lucha femenina por sus derechos a lo largo del tiempo. “Conocí a Melina en Perú cuando vino a formarse en un laboratorio del grupo Yuyachkani. Coincidimos en que desde el teatro se pueden abrir caminos para cerrar círculos de dolor y apuntar a la sanación de cientos de mujeres que sufrieron violencia desde niñas. Es una alegría enorme acompañarla en este trabajo”, sostiene la directora.