En 2017, la DPV había advertido que se tendría que hacer un nuevo puente sobre el río Muerto

Los resultados que realizaron los técnicos hace dos años advertían que las lluvias podrían causar un derrumbe.

El puente quedó marcado por la tragedia. El puente quedó marcado por la tragedia.

En 2017, la Dirección Provincial de Vialidad (DPA), que es el organismo que se encarga del mantenimiento de los caminos, desempolvó un viejo proyecto suyo, que proponía la construcción de un nuevo puente sobre el río Muerto, y el ensanchamiento del camino en el tramo que va desde Horco Molle hasta El Paraíso; es decir, la obra debía iniciarse en la rotonda de la avenida Aconquija y culminar en la comisaría que se encuentra al cabo de un kilómetro, aproximadamente.

¿La razón de ese proyecto? Al momento de los argumentos, los técnicos de esa dependencia escribieron que la extracción de áridos aguas abajo había ocasionado una erosión retrógrada. Eso destruyó las obras de estabilización en el cauce; descalzó los terraplenes de acceso y puso en riesgo las fundaciones de la plataforma y su estabilidad.

Otro motivo que dieron en aquel momento -menos amenazante, más no menor- es que el crecimiento de Yerba Buena -y en particular, de El Corte- ha transformado el uso de esa senda. Inicialmente -escribieron-, era una ruta de montaña, que se utilizaba con fines turísticos. Pero con el correr de los años, el tránsito ha ido en aumento, con el consiguiente incremento de maniobras de incorporación, cruce y salida. "Hoy, la ruta 338, en ese trayecto, tiene todas las características y problemas inherentes al tránsito urbano", se lee en el texto de la iniciativa, que jamás prosperó.

En 2017, la DPV había advertido que se tendría que hacer un nuevo puente sobre el río Muerto

En concreto, esa dependencia del Gobierno provincial pidió que se hagan mejoras para que la carretera responda a las exigencias actuales. Dijeron que había que pavimentar las banquinas. Eso extendería la calzada existente, de los seis metros de ancho actuales, a poco más de 11 metros. Estos anexos funcionarían para la circulación de motos y de bicicletas, y para que los vehículos se aparten de los carriles centrales cuando necesiten disminuir su velocidad. El proyecto contemplaba, además, la construcción de veredas.

Con respecto al puente, se especificaba que debía ser vehícular y peatonal, que tenía que estar hecho de hormigón pretensado y que debía incluir protecciones en los cauces y en los márgenes. El planteo estructural consistía en un tablero, apoyado sobre dos vigas cabeceras.

En 2016, luego de las tormentas del verano de 2015, se hicieron tareas de prevención para evitar que esa erosión retrógrada -mencionada en el informe- se profundiza. Tras esas reparaciones, los especialistas que en aquel momento habían sido consultados por este diario expresaron que el puente no se caería debido al tráfico habitual. Pero si advirtieron que un elemento inusual, como otro aguacero, podría llevárselo.

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