Mano a mano en el ring electoral

Carlos Fara y Mario Riorda observan que el Gobierno y el kirchnerismo buscan diluir el voto de centro y analizan los dilemas de Alberto Fernández.

Mano a mano en el ring electoral

¿Qué utilidad conservan las elecciones primarias cuando todas las fórmulas presidenciales ya están definidas? ¿Sirven como una gran encuesta nacional? ¿Pueden transformarse en una primera vuelta anticipada? Estas son las primeras preguntas que surgen en las conversaciones telefónicas con Carlos Fara (Buenos Aires, 1962) y Mario Riorda (Córdoba, 1972). Los diagnósticos de estos dos expertos en comunicación política coinciden: si la polarización entre Juntos por el Cambio y el Frente de Todos continuara acelerándose, las primarias podrían arrojar un resultado que dramatice el escenario y estimule las chances de que Mauricio Macri o Alberto Fernández superen los 45 puntos en la primera vuelta.

La mirada de Fara

-¿Cómo ve el inicio de la campaña electoral?

-Me parece que hay dos diferencias en relación con la situación anterior a la definición de las fórmulas. La primera viene por el lado del Gobierno, que trata de calentar el escenario electoral porque se le ha aparecido una especie de gran fantasma: la reacción de los mercados el día después de las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) si los Fernández superan los 40 puntos. La segunda diferencia es que el kirchnerismo trata de aparecer menos pegado a la figura de Cristina. Eso es lo que Alberto transmite.

-¿Cuál es la línea divisoria entre el oficialismo y el kirchnerismo?

-Bueno, cada uno juega el argumento que más le sirve. El Gobierno ha salido a marcar la cancha con fuerza, a tratar de establecer esta cosa entre el pasado y el futuro, a argumentar que lo que estamos plebiscitando es si volver al kirchnerismo o mirar para adelante. Y Alberto trata de mostrarse mucho más abierto, renovado, de decir que él no es el pasado, que no es lo mismo que Cristina. Y también que no es lo mismo que Scioli, ¿no? Porque el gran problema de Scioli fue aparecer como una especie de felpudo, de personaje que no tenía autonomía frente a las decisiones de Cristina.

-¿Cómo interpreta los cruces entre Alberto y algunos periodistas?

-Sin duda es un error. Más allá del fondo, el estilo kirchnerista molestó a mucha gente y terminó por cansar. Entonces me parece que él debería tener el suficiente profesionalismo, la suficiente disciplina estratégica para no entrar en situaciones que muchos podrían considerar como provocaciones. No le va a servir de nada aparecer en los spots como un tipo común que pasea a su perro, como un abogado que es profesor de la facultad, si después se pelea con los medios y pone sobre la mesa un mal recuerdo del kirchnerismo.

-Justamente lo que trata de hacer el Gobierno...

-Sí, eso desde ya. Ese sería el eje: entre el pasado, que es Moyano, que son los que están en contra de las empresas tecnológicas, etcétera, y el futuro, que sería lo que el oficialismo en general trata de representar. A esa línea se han subido todos los actores del Gobierno. Ya se subió durante la semana Vidal con la crítica a Kicillof, con la asociación con Máximo. Entonces uno ve que los grandes voceros del oficialismo dramatizan el escenario para promover que la gente vaya a votar a las PASO, porque ahí el Gobierno tiene un tanque de reserva que es el voto menos politizado, menos informado, el de quienes seguramente van a votar en la primera vuelta pero quizá no tenían pensado votar en las PASO.

-¿Puede terminarse todo en la primera vuelta?

-Me da la impresión de que es más un argumento de campaña que una verificación científica. Está claro que el Gobierno corre desde atrás y que si quiere ganar en primera vuelta, va a tener que adelantar la polarización para alcanzar los 46 puntos y derrotar a los Fernández por lo mínimo. A mí eso me parece difícil, salvo que después de las PASO el escenario quede tan dramatizado que la gente adelante la segunda vuelta a la primera.

La lente de Riorda

-¿Cómo ve el inicio de la campaña electoral?

-Quizá la novedad tenga que ver con que históricamente ante malos gobiernos suele haber un voto castigo, lo que se denomina “voto por desempeño gubernamental” o “campaña retrospectiva”. O sea, si gobernás bien, te premian; si gobernás mal, te castigan. Sin embargo, el Gobierno está saliendo de ese dilema a través de una enorme ideologización, o de una hiperideologización de la campaña electoral, y aparentemente le está resultando. Esto implica que hay gente que está cerca ideológicamente, aunque no esté del todo de acuerdo con lo que hace el Gobierno. Por lo tanto, esa gente tiene chances de votar por la continuidad aunque el Gobierno no la satisfaga. Creo que esto es interesante desde el punto de vista del Gobierno y pareciera ser bastante eficaz.

-¿Y el kirchnerismo?

-Al contrario que el Gobierno, la oposición plantea una campaña desde la lógica estricta del desempeño gubernamental, del voto retrospectivo, y trata de desideologizarse, pero aparentemente está teniendo algún problema, porque hasta hace unos pocos días estaba a unos votos, a 1 % o 2 % de ganar en primera vuelta, y hoy aparentemente ha bajado un poco y la elección se ha tornado mucho más competitiva. Yo le llamo a esto “voto-miedo invertido”. Antes al kirchnerismo se lo acusaba de híperideologizado, y ahora el híperideologizado es Cambiemos. Se están invirtiendo los roles y me parece que esto es una enorme novedad.

-Siempre se habló del Pro como la antipolítica y ahora usted habla de su hiperideologización. ¿Cómo concilia esto?

-No sólo el Pro, sino que Cambiemos siempre se manifestó como una alianza “aideológica”, “transideológica”, “posideológica” o “anti-ideológica”. Son expresiones que han acuñado sus intelectuales negando de alguna manera la ideología. Pero hoy no sólo no lo hace, sino que se asume en diferenciación del marxismo; citando su propia retórica, se asume frente a la izquierda populista latinoamericana, cuyo modelo de fracaso es Venezuela. Entonces han derechizado de modo explícito su discurso. Esto se nota mucho más desde la incorporación de Pichetto.

-Mientras habla de esta inversión, los intelectuales kirchneristas proponen intervenir la Justicia, Alberto se enoja con la prensa...

-Hay un dilema ahí, ¿no? Un diálogo para solidificar y quedar bien con el voto kirchnerista ultra y por otro lado una necesidad de correrse hacia el centro para superar la barrera de los 45 puntos. Por lo tanto, ese enojo de Alberto Fernández no es una cuestión estética y secundaria, sino que en gran parte, si no se lo controla, refleja algo así como la proyección de las formas no necesariamente bien vistas de la época del kirchnerismo.

-¿Puede terminarse todo en la primera vuelta?

-Creo que hay serias chances de que se pueda definir la elección en primera vuelta, sobre todo por el nivel de polarización. Por lo tanto creo que ese discurso, que lo tienen curiosamente ambas fuerzas, de que van a ganar en primera vuelta, obedece a alentar el voto tanto en la primaria como en la primera vuelta. Habrá que ver cuál es el resultado de las PASO.

Comentarios