Teatro: obras que provocan y sirven para reflexionar

Una atractiva jornada ofreció en Santa Fe el XV Argentino de Artes Escénicas. Tres propuestas.

ADRIÁN AIRALA. El director y actor santafesino presentó la obra “La jauría de las damas”. ADRIÁN AIRALA. El director y actor santafesino presentó la obra “La jauría de las damas”.

Hace dos años, el santafesino Adrián Airala estrenó “La jauría de las damas”, un trabajo que juega con una propuesta absurda que define como “una obra gótica, un cómic teatral que navega en la historia, la psicología y la política”.

Todo ello convive en forma no pacífica en esta propuesta local, surgida del proyecto de una comedia auspiciada por la propia Universidad Nacional del Litoral. Allí fue presentada la obra, como apertura de la penúltima jornada del XV Argentino de Artes Escénicas, evento organizado por la Secretaría de Extensión Social y Cultural y de la Federación Universitaria del Litoral. También colaboró la Secretaría de Cultura de la Municipalidad local.

Es cierto que dentro de la creación aparecen los elementos antes descriptos, en el despliegue de cuatro barrocas gárgolas apocalípticas que desafían el universo de los dibujos norteamericanos y aspiran a asumir el control del mundo a partir de sus crueles actos.

Por momentos, coquetean más con una carga de provocación inocente y previsiblemente destinada al fracaso que con los villanos más temidos de Marvel.

Caricaturas

Pero no debe entenderse en ello una falla de diseño dramático sino todo lo contrario: el trazo grueso, la caricatura, el odio desmedido y brutal deriva en una máscara buscada y pretendida, en un juego a cargo del propio director, Susana Formichelli, Marisa Ramírez y Najla Raydan (joven actriz venezolana que se destacó en su manejo físico de los niveles) en escena, que se completa con el maquillaje, vestuario y escenografía diseñados por Fernanda Aquere.

Grandes patas móviles dominan el espacio pero como elemento terminan desaprovechadas cuando podrían haber tenido más participación. A la ampulosidad de gestos y movimientos y al regodeo con los textos les vendría bien cierta síntesis para llegar a destino con mayor precisión y menos derivas tangenciales, que por momentos simplemente eran menciones de hechos históricos conocidos por todos.

Desde Buenos Aires

En el segundo turno del viernes pasado llegó el reconocido grupo porteño El Muererío Teatro, cuya trayectoria de tres décadas en la gestión y producción artística le mereció reconocimientos nacionales e internacionales. En este caso, presentaron “El immitador de Demmóstenes”, dirigida y actuada con talento y eficiencia por Diego Starosta, sobre textos del español José Sanchis Sinisterra y del francés Alain Badiou, obra que pasó por Tucumán hace dos años para un festival Víctor García.

La sinopsis parece haber sido escrita para este tiempo: “los políticos han acaparado en la actualidad el manejo y la eficacia última del concepto de ficción. El campo del arte teatral (histórico productor de entelequia) se encuentra vaciado a causa de una realidad abrumadora que destruye cualquier intento de experiencia trascendental”.

Cualquier parecido con una campaña electoral, con las promesas que luego ineludiblemente se incumplirán, con la mentira consagrada como si fuese una realidad revelada (aspectos que atraviesan por igual a la praxis de todos los partidos), está lejos de ser una casualidad en esa presentación.

Oradores profesionales

Starosta, con las colaboraciones de Diego Vainer y de Gonzalo Córdova, ofrece un desmontaje de los discursos de los oradores profesionales que van más allá de lo semántico vacío de contenido.

Los lazos y vínculos conceptuales y espectaculares entre lo teatral y lo político increpan a los presentes hasta el punto final, que desafía incluso al aplauso y al reconocimiento de los espectadores. Hay un desafío intelectual y estético en la construcción que seduce y envuelve.

Para lograrlo, trabaja con herramientas expresivas artísticas con las que evidencia operativamente la construcción de discurso y de mensaje que caracteriza a su compañía, en repetición mecánica que se reformula constantemente a partir de los distintos marcos en que se desarrolla: más que nunca, los contextos que cambian permiten reformular en cada giro los textos que se repiten.

Y despliega además su carga actoral, con un dominio admirable sobre el escenario y una riqueza de ideas que siempre es agradecida porque obliga a seguir pensando sobre lo visto y oído por algún tiempo.

Danza teatro

El cierre vino también de la Capital Federal, con “El escape del gusano”, la obra de danza teatro de la Compañía Helena dirigida por Silvina Grinberg e interpretada por Josefina Balmaseda, Marina Brusco, Natalia Giardinieri, Diego Gómez, Ollantay Rojas y Milagros Rolandelli.

Bailarines que abordan tanto la danza contemporánea como la clásica, música de compositores famosos y temas pop y de electrónica, máscaras de látex, pantallas que reemplazan rostros y elementos bizarros e irónicos redondean una apuesta joven de componentes posmodernos. No por algo en escena se escucha “no existimos, somos gérmenes del espacio”. En el juego entra una indefinición temporal (no se sabe si se está en el pasado, en el presente o en el futuro, planos que interactúan constantemente y se potencian entre sí), mientras que se cae en la sensación de haber comenzado a transitar un camino sin retorno.

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