El francés Jean Pierre Garnier Malet ha teorizado, hace ya 30 años, sobre el desdoblamiento del tiempo. Su tesis (replicada en infinidad de libros de autoayuda que no vienen al caso) fue esbozada en el campo de la física y, particularmente, de la astronomía.
Pero el francés no ha dejado su concepción colgada de las estrellas y la bajó a la superficie de nuestro planeta para abordar algunos de los comunes casos de toda suerte humana. En concreto, para explicar (y desmitificar) la inspiración, la premonición y la intuición. A principios de esta década moribunda, durante un ciclo de conferencias en España, Garnier Malet sostuvo que todo instante se da en dos tiempos simultáneos: uno es perceptible y el otro no. Aunque tenemos registro sólo del primero, nuestras acciones repercuten en ambos. Más adelante, cuando adquirimos conciencia de las consecuencias de nuestros actos en el plano menos perceptible del tiempo, interpretamos esa percepción como si se tratase de vaticinios.
Ese desdoblamiento del tiempo, en esta señera semana de 2019, se ha tornado visible en Tucumán. Por estos días, no hay una elección sino dos gestándose en la escena pública local.
Solapamientos
La primera de ellas, urgente y declarada, es la que se resolverá pasado mañana en las urnas, cuando los argentinos voten para elegir Presidente; y los tucumanos, además, renueven cinco de sus nueve diputados. Esos comicios están perfectamente reglados en un detallado cronograma, que ha fijado plazos para la campaña publicitaria y para los actos proselitistas.
Precisamente ayer, el oficialismo tucumano celebró un acto multitudinario en la plaza Independencia, que en sí mismo desdobla el tiempo de la campaña presidencial. Por un lado, de manera manifiesta, persigue grabar en la retina del electorado que Tucumán es políticamente peronista y electoralmente tributaria de Alberto Fernández (y de Cristina Fernández, invisibilizada como si fuese un solapamiento temporal). La demostración de fuerza, además, es una inyección anímica en el intento de ratificar el resultado de las PASO de agosto: ganar en primera vuelta y quedarse con cuatro bancas para la Cámara Baja (Juntos por el Cambio está a 30.000 votos de consagrar dos diputados y dejarle tres escaños al oficialismo).
Por otra parte, de manera no declarada, el peronismo local busca exorcizar los resquemores del último mes, cuando el macrismo celebró actos masivos en todo el país, incluyendo el de Tucumán, hace tres lunes. A esos dos registros, el perceptible y el imperceptible, respondió la necesidad de llevar más gente que Macri. El objetivo fue consumado con creces. Pero los incidentes, transmitidos por los medios de todo el país, estragaron la celebración. Para el oficialismo es una fiesta; para sus críticos, júbilo hervido con trapo y lentejuela.
Mientras el calendario electoral se deshoja camino a la votación, otros comicios comenzaron a perfilarse en un plano temporal casi imperceptible, contrabandeados en dos votaciones: la de autoridades del Concejo Deliberante de la Capital, que ya ha sido, y la de autoridades de la Legislatura, que está a punto de ocurrir. Esa es la votación de 2021, los comicios de parlamentarios nacionales de “medio término” de la gestión provincial que comenzará en diciembre. Los engranajes camino de esa elección se han puesto en marcha ya.
La definición de la mesa de conducción del cuerpo de concejales de San Miguel de Tucumán, elevada a la categoría de escándalo, se redimensiona en esta clave.
Superficies
¿Qué es lo perceptible de lo acontecido el martes? Que el intendente Germán Alfaro no tendrá un solo referente como autoridad del Concejo Deliberante en el arranque de su segundo mandato. Fue derrotado por segunda vez en este tercer superclásico con la Casa de Gobierno, a la que le ganó la pulseada en 2015 y contra la que perdió el manejo del cuerpo de ediles en 2017. Ahora, el PJ volvió a inclinar la balanza, esta vez con el voto de los concejales de FR.
Es materia opinable si la presidencia le correspondía, o no, al oficialismo municipal, pero es innegable que merecía un lugar en la mesa. El edil José “Lucho” Argañaraz lo expuso en la sesión preparatoria: el manzurismo consagró seis ediles, igual que el alfarismo; el bussismo logró cuatro y el alperovichismo, dos.
La marginación del alfarismo, entonces, tiene un neto corte revanchista. De parte de FR, cuyo conductor, Ricardo Bussi, tiene un largo enfrentamiento con Alfaro, que en las elecciones de diputados de 2017 tuvo un encontronazo, que no pasó a mayores, a la salida del debate en “Panorama Tucumano”, de LA GACETA. Este año, en el mismo ciclo de nuestro programa, Bussi denunció que Alfaro financiaba la campaña de Cambiemos con dinero municipal. Alfaro, a su vez, denunció que Bussi tenía 80 contratados en el Concejo, que insumían $ 15 millones anuales.
Y hay revanchismo también de parte de Manzur. El gobernador y el intendente “no se quieren” desde que asumieron en 2015. Y aunque en sus entornos lo reducen todo a la circunstancia de que están en veredas opuestas, la cuestión es personal. Para el caso, Jaldo y Alfaro también están en veredas opuestas, y no se cansan de departirse jovialidad cada vez que se encuentran… públicamente. Manzur, en todo caso, sigue mostrando en cuotas los trazos de su perfil: para la él, las deudas son imprescriptibles. Las cobra en algún momento. Más temprano o más tarde, pero las cobra. Hay un senador de la Nación que puede dar cuentas de ello.
Alfaro no demoró la devolución de gentilezas y denunció que Tucumán asiste a un pacto a cara descubierta entre el peronismo y el bussismo. Es decir, sindicó al bussismo como “socio” del Gobierno. Y declaró al manzurismo como una gestión culturalmente alperovichista al acusarlo de mantener en vigencia el “vale todo” instaurado en 2003. En rigor, el alfarismo no oponía resistencia a la consagración de Fernando Juri (hijo de Amado Juri, el gobernador derrocado por el golpe de estado de 1976), pero en un acuerdo que no marginara a la intendencia de la conducción del Concejo. Ahora que Juri preside el cuerpo con los votos del partido que preside Ricardo Bussi (hijo del fallecido ex gobernador Antonio Bussi, condenado por delitos de lesa humanidad perpetrados durante la dictadura que se instauró con el golpe de 1976), las venideras conmemoraciones del 24 de marzo van a ser tan incómodas en el PJ…
Pliegues
¿Qué es lo no tan perceptible de estos sucesos? Que se asiste a una “elección”, que no se define en el cuarto oscuro sino a la luz de la opinión pública, para definir quién es el jefe de la oposición. ¿Por qué? Porque en 2021 se renuevan cuatro diputados (un partido puede llevárselos todos, como en 2005) y tres senadores: dos para la mayoría y uno para la minoría. En Cambiemos, este año, hicieron todo lo posible para que Alfaro se sienta legitimado para disputar, con el Partido de la Justicia Social, bancas en las dos categorías. Después de que le negaron la posibilidad de participar en las PASO postulando a Walter Berarducci con la boleta del binomio “Mauricio Macri-Miguel Pichetto”, y de que Cambiemos terminara segundo en las elecciones provinciales a 30 puntos de Manzur-Jaldo, ¿por qué no va a sentirse con derecho a pelear esos espacios si, además, Juntos por el Cambio consagra un solo diputado y no dos?
Bussi, consciente o no, también lee que hay una imperceptible lucha por la personería política de la oposición y por eso el blanco de sus críticas es Alfaro. Por supuesto, nada es gratis. El líder de FR pagará el costo de ser la “oposición elegida” por el Gobierno, a cambio de ser uno de los adversarios más visibles: estará consagrado institucionalmente como tal. Más aún cuando, seguramente, el esquema de la conducción del Concejo se replique en la Legislatura. A esta hora, el puesto más indefinido de la mesa es la vicepresidencia primera, porque Manzur aún no pauta cuáles miembros de su gabinete que fueron electos legisladores asumirán en la Cámara. El de Gerónimo Vargas Aignasse es un nombre que suena con insistencia para la vice primera, pero en un contexto en el que se ignora si al recinto llegará el ministro de Desarrollo Social, Gabriel Yedlin; o su segundo en la lista, el ministro de la Producción, Juan Luis Fernández; o la secretaria de Gobierno, Carolina Vargas; o el ministro del área, Regino Amado.
Por caso, si el ministro político deja su despacho en 25 de Mayo y San Martín tiene severas chances de convertirse en el presidente subrogante de Muñecas y Sarmiento. La vicepresidencia segunda tiene toda la “pinta” de estar reservada para FR, lo que no equivale a que sea para Bussi. A diferencia del Concejo, en la Legislatura FR es la primera minoría, con ocho escaños. Cambiemos acumula seis y está atomizado: los alfaristas son tres (Berarducci, Raúl Pellegrini y Raúl Albarracín), con la posibilidad de sumar al radical José María Canelada. Por ahora, Federico Masso y José Ascárate están más cerca de formar sendos unibloques.
Sin embargo, el alfarismo no va a reparar en bancas (el oficialismo suma 32) sino en signos: habrá otra mesa de autoridades con dos peronistas, un bussista y nadie de Cambiemos.
Para Alfaro tampoco será gratuito el derrotero hacia la jefatura de los adversarios de Manzur. Sobre todo si en diciembre el Presidente, en lugar de Macri, es Alberto “amigo de Manzur” Fernández. De hecho, el intendente ya está pagando costos. Pero si a cambio de ganar con contundencia los comicios provinciales en junio se ha convertido en el principal referente de una minoría (Cambiemos), es lógico (en la lógica del desdoblamiento del tiempo) que ahora debiera perder las autoridades del Concejo para aspirar al bastón de mariscal de la oposición.