El “Acuerdo del siglo” de Donald Trump entusiasma a Netanyahu

Trump, presentó el plan junto al premier israelí, Benjamin Netanyahu. Trump, presentó el plan junto al premier israelí, Benjamin Netanyahu. FOTO/EFE
30 Enero 2020

Por Carlos Duguech.

El presidente de Estados Unidos, suma otra perla (negrísima) a ese collar de desaciertos y riesgos al que somete a su país y al mundo, esta vez con su propuesta de “Acuerdo del siglo”. Un ejercicio natural, está en su ADN sociocultural, lo muestra sin tules ni maquillajes en su exacerbado narcisismo y su tan conocida megalomanía. Llamarle al acuerdo propuesto como el que domina el siglo es de una ingenuidad malsana toda vez que hace tabla rasa con los derechos de una de las partes del “acuerdo” (los palestinos).

Desde su sitial de “presidente del mundo” en Washington, Dondald Trump despliega su proyecto prometiéndoles beneficios a los palestinos a la vez que los despoja de sus tierras mayormente ocupadas por Israel desde 1967. como injusta y reprochable consecuencia de la “Guerra de los seis días”, guerra preventiva que inició el 5 de junio de ese año. Ya desde el reconocimiento a toda Jerusalén  (incluido el sector Este) como capital de Israel por Trump en 2017 generó la ruptura de las conversaciones entre EEUU y la Autoridad Nacional Palestina.  

El “Acuerdo del siglo” suma a favor de Israel la quinta parte de Cisjordana comprendiendo el fértil Valle del Jordán. De un plumazo el presidente Trump, devenido “procurador de soberanías”, incluye en su plan no sólo espacios ocupados al patrimonio soberano de Israel sino el ejercicio de una soberanía acotadísima de los palestinos en lo poco que les va quedando. Cuando el 15 de noviembre de 1988 el Consejo Nacional Palestino,  reunido en Argel, proclamaba la independencia de Palestina con clara vocación democrática consagrada en la declaración y la aceptación de las resoluciones de Naciones Unidas (la “partición de Palestina por Resolución 181 de su Asamblea General en 1947) estaba implícitamente reconociendo a Israel. Ni Ronald Reagan ni Yitzak Shamir (líderes de EEUU e Israel, respectivamente) en ese tiempo dijeron nada. Se perdió la más esperada oportunidad de “los dos estados”  de lo que tanto se habla,  que se hubiera corporizado. Hoy,  otra sería la historia.

“De a dos es mejor”, titulo esta columna, imaginando a Trump, ahora acosado por el impeachment  que lo puede llevar a la destitución, a la renuncia obligada o en el mejor de los casos a tener una debilitada oportunidad en las próximas elecciones de noviembre.

“De a dos es mejor”, pensaría Netanyahu que pretende conseguir el apoyo en las elecciones para continuar como primer ministro, lo que le serviría para protegerse (por las inmunidades de cargo) de las acusaciones por corrupción que están pendientes en los tribunales de Israel.

A Trump y a Netanyahu les viene muy bien el “Acuerdo del siglo”, por estrictas razones de supervivencia y electorales. Todo lo demás, adornos de una vidriera indigna donde la libertad, los pueblos y la paz importan muy poco, verdaderamente.

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