Pelean entre ellos porque no ven rivales

Si la oposición tuviera real vocación de poder ya debería estar trabajando para sacar tajadas de la disputa interna en el oficialismo entre manzuristas y jaldistas. O por lo menos, echando leña al fuego y apuntalando la fractura para terciar con más fortuna electoral que en los últimos años. La debilidad del adversario también puede fortalecer. Sin embargo, es precisamente el hecho de que la oposición esté tan fragmentada en varias estructuras partidarias y sostenida por individualidades políticas enfrentadas entre sí lo que le permite al peronismo darse el lujo de enfrascarse en una pelea puertas adentro. Es que en el Gobierno, desde el Ejecutivo y la Legislatura, no ven rivales de fuste entre los opositores como para temer que peligre la continuidad en el poder más allá de 2023. Ese es el principal desafío que tiene la oposición tucumana: demostrar que puede constituirse en una verdadera opción de poder, sólida y creíble. Hay que tener voluntad. Para lo que no sólo debe solidificarse en la acción, por lo menos en Juntos por el Cambio, sino construir un referente del espacio o apuntalar a uno (otra batalla interna). Además tiene que diseñar equipos que trabajen en planes de gobierno. La realidad permite sostener que es más fácil que Manzur y Jaldo terminen a las patadas antes que los opositores acuerden en quién debe recaer el liderazgo. El gobernador y el vicegobernador tienen sus propios escuderos, afuera y adentro, y los han lanzado a cabalgar con vistas a esa posible batalla. De los dos, Jaldo es el de los gestos más elocuentes y públicos respecto de lo que pretende, y rechaza; Manzur guarda silencio y sólo mueve las piezas. Son justamente esos movimientos los que dicen qué quiere -seguir-, y los que ponen en guardia al tranqueño. En fin, si el peronismo se anima a una interna fratricida en parte es porque la oposición no les provoca temor. He ahí un reto de los opositores: causarles miedo. Si los peronistas se unen, esa puede ser una señal de que van bien encaminados.

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