Las PyMEs en la cuarentena: las golosinerías abren, pero sus ventas son casi nulas

Los comerciantes del sector se reinventan, pero dicen que la situación es insostenible.

PASILLOS VACÍOS. Aunque funcionan durante medio día, las distribuidoras del microcentro casi no han recibido clientes durante la cuarentena.  PASILLOS VACÍOS. Aunque funcionan durante medio día, las distribuidoras del microcentro casi no han recibido clientes durante la cuarentena. GENTILEZA GOLOSINAS NOA

Sus negocios han podido funcionar desde que comenzó la cuarentena obligatoria porque comercializan productos comestibles. Sin embargo, como se especializan en la venta de golosinas, su actividad ha sido casi nula y los costos no dan tregua. “Abrimos las puertas, pero no podemos decir que trabajamos”, resumen los comerciantes.

Incluso antes de la pandemia, en el sector ya se estimaban caídas en las ventas por encima del 40%. Ahora, temen que la crisis resulte terminal. “Aprendimos a trabajar con inflación, con saqueos y con robos. Pero nunca con el negocio cerrado; no tenemos oxígeno”, sostiene Mónica Lamas, propietaria de “La Casa de las Golosinas”, una distribuidora del microcentro.

La ubicación de sus dos locales en la mayor área comercial de la ciudad -señala- siempre ha sido una ventaja, pero ahora se ha convertido en una carga imposible de sostener. “Alquilar allí es caro. Antes los clientes venían hacia nosotros y ahora es al revés”, describe Lamas.

En ese sentido, al igual que numerosas pymes, su negocio ha comenzado a trabajar con sistemas de envíos a domicilio. La misma iniciativa tuvo “Golosinas NOA”, otro de los principales mayoristas del rubro en el centro. “Es la manera de obtener un poco de ingresos, pero sólo es un paliativo. Como negocio no sirve; de un total de ventas normales, sólo cubre el 3%”, cuantifica Raúl Nader, el responsable del comercio.

En su caso, él y su familia se han encargado de realizar los envíos -de 20 a 30 por día- junto con otros empleados de la empresa. Por su parte, Lamas especifica que la labor de gran parte de las nueve personas que emplea ha sido reorientada hacia el servicio de cadetería. “Igual no rinde, hay muy pocas ventas. Como el centro está vallado, la gente no va a los locales. De hecho, la Policía nos intentó cerrar los negocios pero nos plantamos porque estamos exceptuados al vender varios comestibles. Toda nuestra mercadería vence”, denuncia la empresaria.

“Una sensación de abandono”

El negocio de Nader, que fue fundado en 1968, es hoy la fuente directa de empleo de unas 20 familias. Según expone, el abono de los sueldos y de otros costos fijos peligra por la falta de ventas. “Se paga a medida que ingresa algo de dinero. Los requisitos para acceder a las ayudas oficiales son difíciles de cumplir y además no se difiere el pago de impuestos ni servicios. Esto no aguantará mucho tiempo”, se lamenta.

Lamas coincide con él al describir la “sensación de abandono” que sienten los dueños de pymes ante la parálisis. “Las soluciones que proponen no sirven, no podremos aguantar otro mes así”, vaticina. Así -sostienen los golosineros- se ha creado “un cóctel fabuloso” para que las empresas quiebren.

Los cambios en las ventas

Lamas y Nader cuentan que sus negocios ahora venden más otros comestibles que no son golosinas, como los alimentos no perecederos. “La gente establece otras prioridades por la crisis y se da menos gustos”, analizan. En ese sentido, las tradicionales ventas de chocolates por Pascuas han resultado truncadas. “Hubo varios pedidos, pero hay mercadería que quedó sin vender y no todos los proveedores aceptaron devoluciones”, especifica Lamas.

Para atraer más clientes que soliciten envíos, las golosinerías se han volcado a la publicidad en redes sociales. En el caso de “Golosinas NOA”, la novedad ha sido implementar un sistema de “cajas sorpresa” para que la gente regale dulces a sus afectos que no pueden ver en persona. Aun así, el pronóstico no es alentador. “Esto no tiene destino ni futuro. Pasará la cuarentena, pero la normalidad no volverá”, presagia Nader.

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