Buscan a un doble homicida que se fugó hace 45 días

Se escapó mientras cortaba el césped.

BUSCADO. Martín Nieva se escapó cuando le quedaban cumplir tres años de la pena de 20 que recibió en 2004. BUSCADO. Martín Nieva se escapó cuando le quedaban cumplir tres años de la pena de 20 que recibió en 2004.

La denuncia de un abogado contra un juez de Ejecución de Sentencia dejó al descubierto la insólita fuga de un doble homicida del penal de Villa Urquiza. Las autoridades confirmaron que la pandemia generó problemas en la búsqueda, ya que se sospecha que podría haberse fugado a otra provincia.

A mediados de marzo, según consta en el expediente, Martín Nieva, con la supuesta autorización del magistrado Roberto Guyot, salió del interior del penal para cortar el pasto alrededor de la manzana de la cárcel bajo la custodia de dos guardiacárceles. Mientras desarrollaba la tarea, al frente del Hospital Avellaneda, se subió a un taxi (aparentemente lo habría estado esperando) y nunca más se supo de él.

Nieva fue condenado por un horrendo doble crimen ocurrido en Tafí Viejo en mayo de 2002. En ese tiempo, la Policía investigó la extraña desaparición de su madre, Mercedes González, y de su medio hermano Manuel Nieva. Un pestilente y penetrante olor salía de la casa de Asunción al 500, en Villa Dolores, de Tafí Viejo despertó sospechas entre los investigadores. Cuando los efectivos entraron por primera vez en la vivienda, sólo vieron un gran desorden y manchas de sangre. Cerca de la casa encontraron a Martín, que en ese entonces tenía 21 años, y lo detuvieron.

Esa noche habría confesado que el 22 de mayo de ese año le había pegado varios mazazos en la cabeza a su hermano, lo había degollado con un serrucho y luego lo había asfixiado con una almohada. Al día siguiente, luego de haber dormido con el cuerpo de Manuel, su madre descubrió lo ocurrido, y entonces él la habría matado a golpes y a puñaladas, luego los enterró en el pozo del baño del fondo de la vivienda. El mismo relato hizo luego ante la Justicia. “Cuando los tiré al pozo me sentí aliviado... Sé que es anormal, pero es lo que sentí; para qué voy a mentir”, le dijo a LA GACETA el 3 de junio de 2002.

En octubre de 2004 se inició el juico en su contra. Un amigo del acusado, conocido como “Cuá-cuá” que en esos momentos tenía 14 años, dijo: “Lo ayudé a llevar los cuerpos porque tenía miedo de que me hiciera algo. También señaló que Martín le había contado que habían discutido y que se habían portado mal con él, y no aportó más detalles. “El me pedía que no lo abandone, que lo ayude... era mi amigo”, explicó.

En las audiencias se probó que Nieva había sido maltratado durante toda la infancia por su madre y soportado todo tipo de abuso. Además, profesionales declararon que la mayoría de su niñez y adolescencia había transcurrido en instituciones estatales y en hogares sustitutos. Vecinos confirmaron que la madre le aplicaba duros castigos físicos y, además, lo hacía dormir en la calle cuando se encontraba alcoholizada.

El fiscal de Cámara, Juan Santos Suárez, había pedido prisión perpetua con reclusión por tiempo indeterminado para Nieva, en tanto que la defensora, Teresa Carnival de Davio, solicitó la absolución del imputado, por considerar que Nieva había actuado bajo emoción violenta.

El tribunal, integrado por Alberto Piedrabuena (presidente) César Vera y Emilio Herrera Molina, votó la pena de 20 años por unanimidad y en su fallo tuvo en cuenta la situación de vida que llevó el homicida. Antes de escuchar la sentencia, el imputado miró fijamente a los jueces y les dijo: “sólo les pido que me den una oportunidad”.

En el penal

Según confirmaron fuentes del Servicio Penitenciario, los primeros años de encierro de Nieva fueron complicados. “Como todo joven que ingresa a la cárcel teniendo una dura pena por cumplir, tienen problemas de conducta. Pero con los años comienzan a cambiar”, explicaron.

El fugado recibía un trato especial en el penal. El mismo que gozan todos aquellos que tienen años de encierro, en su caso, ya son cerca de 17. Las mismas fuentes confirmaron que casi no recibía visitas y que tenía problemas de adicción. Antes de fugarse colaboraba en la cocina y también en los servicios religiosos.

“Se inició un sumario administrativo para determinar la conducta del personal que estaba a su cargo cuando se fugó. Sabemos que hay una denuncia penal contra un magistrado, pero no podemos determinar cuáles fueron los motivos”, explicó el subsecretario del Servicio Penitenciario, Esteban Saracho.

El funcionario aclaró que la Policía y la Justicia fueron puestos al tanto de la fuga del imputado. “Recibimos información de que habría estado trabajando en un comedor comunitario de La Costanera. Lo fuimos a buscar y nos confirmaron que había pasado por ahí, pero que ya se había marchado”, agregó.

Saracho explicó que por la cuarentena se complicó la búsqueda. No se descarta que se haya internado en un centro de rehabilitación de adictos que hacen intercambio interprovincial de jóvenes.

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