El presidente brasileño Jair Bolsonaro se burló muchas veces de la gravedad del coronavirus y se resistió (y llamó a resistir) a las medidas para mitigar su propagación, ahora tiene covid-19. Su país cuenta 1,6 millón de casos y 65.487 muertes atribuibles al virus. Sus palabras sobre la enfermedad parecen volverse en su contra, ahora que él mismo dio positivo para covid-19.
El 9 de marzo, hablando con brasileños en Miami, dijo: “en mi opinión, se ha exagerado el poder destructivo de ese virus”. El 24 de marzo, en un discurso televisado al país, se jactó de su “invulnerabilidad”: “Con mi historial como atleta, si me infectara con el virus no tendría que preocuparme. No sentiría nada o, como mucho, sería una pequeña gripe”. Dos días después: “Los brasileños deben ser estudiados, no se contagian de nada. Ves a un tipo saltando en una cloaca y no le pasa nada”.
El 29 de marzo, mientras recorría las calles de Brasilia sin barbijo: “Esta es la realidad. El virus está ahí. Tenemos que enfrentarlo, pero enfrentarlo como hombres, maldita sea, no como niños. Así es la vida. Todos vamos a morir algún día”.
El 12 de abril, en una videoconferencia con líderes religiosos, sostuvo: “Parece que el asunto del virus está empezando a desaparecer”. Para ese entonces, Brasil ya llevaba miles de víctimas y el cementerio de San Pablo había colapsado. Sobre ese tema, el 20 de abril, respondió enojado a la pregunta de un periodista sobre la cantidad de muertos: “Mira hombre, no soy un sepulturero”.
El 28 de abril, de nuevo a la pregunta de un periodistas sobre el aumento de muertes: “¿Y qué? Lo siento, pero ¿qué quieres que haga?” (Reuters)