La otra cara del discurso presidencial

La lectura política de lo que dejó el mensaje de Alberto Fernández.

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"Prometí que el Gobierno iba a ser de un Presidente y de 24 gobernadores, que están hoy junto a mí unidos y trabajando para enfrentar lo que nos toca vivir". La primera parte del videomensaje que el presidente Alberto Fernández transmitió por cadena nacional fue motivo de la conversación que el gobernador Juan Manzur había mantenido con el mandatario nacional hace una semana, cuando viajó a Buenos Aires. Este 9 de julio, Fernández institucionalizó aquella frase de campaña que lo llevó a la Casa Rosada y la fortaleció el mismo día de la Declaración de la Independencia. La desbordante sonrisa de Manzur era la mejor prueba de eso. El tucumano está contribuyendo a la estructuración de una mesa intersectorial que hoy pudo verse alrededor del Presidente: de un lado, el titular de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo; del otro, uno de los conductores de la CGT, Héctor Daer.

La pandemia del coronavirus consolidó estas posturas, además de un trabajo conjunto con las provincias, para coordinar acciones sanitarias. El discurso presidencial en los actos patrios estuvo despojado de mensajes políticos. "Vine acá para terminar con los odiadores seriales y abrir los brazos para que nos unamos en busca de ese destino común. No vengo a instalar un discurso único. Celebro la diversidad", remarcó. Tal vez la mención a dejar la angustia atrás haya sido un factor diferencial respecto del mensaje que alguna vez, desde la misma Casa Histórica, pronunció Mauricio Macri, en oportunidad de celebrarse el Bicentenario de la Independencia. Entrelíneas, además, Fernández ha diferenciado el mayor trato con unos y otros gobernadores. De los nueve amigos que mencionó en su mensaje (uno de ellos fue Manzur), uno en particular causó reacciones de sorpresa entre los presentes: la del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Inmediatamente habló del otro, de Axel Kicillof. Algunos funcionarios intentaron explicar que eso obedece al trabajo conjunto que vienen desplegando en el Área Metropolitana de Buenos Aires, ya que esa zona es la más castigada por los contagios de covid-19.

El distanciamiento social se respetó a rajatablas en el elenco de funcionarios e invitados especiales al acto en el tercer patio de la casona. Detrás de escena, eso no se respetó. Más allá de que se haya argumentado de que la pandemia por el coronavirus modificó el panorama, los periodistas, camarógrafos y fotógrafos debían transmitir lo que sucedió desde un corralito y de espaldas a las autoridades. Nada diferente respecto de lo que sucede, en épocas normales, cuando la comitiva nacional llega a Tucumán. El acto central por el Día de la Independencia no tuvo la celebración a la diversidad que el propio presidente de la Nación había resaltado durante su discurso por cadena nacional. No hubo representantes de la oposición en la ceremonia. La presencia del intendente capitalino Germán Alfaro no fue un factor disonante, en virtud de la sintonía institucional que tiene actualmente con la Casa de Gobierno. Un dato que describe esta situación: con barbijo y detrás de las rejas colocadas por el ingreso a la Casa Histórica por calle 9 de Julio se ubicó el legislador radical José Ascárate. Desde allí escuchó al jefe de Estado nacional. Otro dato: llamó la atención que, del otro lado de la pantalla, no haya estado la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.

"La Argentina del mañana no se construye en el despacho del Presidente", indicó Fernández, que dejó otra vez en duda si dentro de ocho días la Argentina sale del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio. De una u otra forma, ya hay indicios que el proceso de reconstrucción del país, pospandemia, arrancará con la obra pública. Los indicadores socioeconómicos inquietan porque el daño que deja el confinamiento es muy profundo para una economía que está en recesión hace casi tres años.

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