Con toda la impronta estadounidense

Es lo que hay. El título central de todas las crónicas dice que el fútbol, que estaba suspendido desde marzo, ya volvió a jugarse hasta en Estados Unidos. ¿Pero cómo puede ser posible si Estados Unidos ya suma el récord mundial de casi 131.000 muertes por la pandemia? ¿Cómo si Estados Unidos, que tiene el 4% de la población mundial, acumula más del 25% de los casos de coronavirus que hay en el mundo? (hasta ayer algo más de tres millones de casos). ¿Cómo si durante la última semana el país fue registrando día tras día nuevos récords de contagios? (pico récord de 67.000 infecciones el viernes pasado). ¿Cómo si hay ciudades que ya tienen hospitales saturados? Las preguntas podrían seguir. Pero es así. “MLS is back”, dice el eslogan. La Major League Soccer está de vuelta.

La imagen más poderosa de la vuelta en Orlando (sede única) la ofreció el ex crack francés Thierry Henry, DT de Montreal Impact, que en la derrota 1-0 ante New England Revolution, el miércoles pasado, permaneció 8.46 minutos arrodillado, puño en alto, camiseta de “Black Lives Matter”, homenaje a George Floyd, el ciudadano negro matado por asfixia en Minneapolis.

La brutalidad policial contra la población afroamericana abrió las protestas masivas en Estados Unidos. Esa rodilla del policía que permaneció aplastándolo los mismos 8.46 minutos, mientras Floyd le dijo veinte veces que lo estaba ahogando, que no podía respirar.

La foto del notable gesto de Henry relegó otra imagen no menor. Que el club FC Dallas debió renunciar a tomar parte del reinicio del campeonato porque 10 de sus jugadores dieron positivo de covid-19. Previamente había renunciado Nashville FC, con nueve casos en el plantel. No debería sorprender. Los casi 600 jugadores de todos los equipos fueron agrupados en una burbuja. Se encuentran en el complejo deportivo ESPN, ubicado en Walt Disney World Resort en Orlando, Florida (Disney ya anunció que también reabrirá el parque de diversiones, aunque con fuertes medidas de prevención, según dice el informe).

Florida, sureste de Estados Unidos, parecía el lugar apropiado para la vuelta de la MLS y también de la NBA. Pero una cosa es la negación. Otra la realidad. La negación hizo creer que allí poco menos no había virus. Que la covid-19, poco menos, era un invento de los enemigos del presidente Donald Trump. Que usar barbijo era “cosa de maricones”. Primero tomaron tarde las medidas de prevención. Y luego reabrieron casi todo antes de tiempo. La combinación de ambos desastres provoca hoy que Florida sea uno de los principales epicentros de covid en Estados Unidos. Se duplicaron los casos desde junio. El jueves hubo récord de muertes. La NBA es conciente de que su proyecto de retorno caerá si la situación se agrava.

También los casos de covid obligaron a cuatro franquicias de la MLB (la liga del béisbol) a interrumpir sus entrenamientos con vistas al inicio de la temporada previsto para el 23 de julio y ya no en una burbuja, sino en 30 estadios, con el riesgo de 800 jugadores y asistentes viajando de una ciudad a otra, tema complejo después de que 1.000 empleados de aeropuertos dieron positivo, como se informó el viernes último.

Hay jugadores que todavía no decidieron si arriesgarán su salud y jugarán el torneo. Y la NFL (fútbol americano) comenzará su Liga de 32 equipos el 10 de septiembre. El fútbol americano es el deporte que, por su naturaleza, dijeron los médicos, ofrece más riesgos. Claro, esa es una palabra que no existe para Trump. El presidente ya dijo que, para él, usar barbijo “es una mierda”. Así, en medio de la muerte y los contagios la vida sigue. ¿Por qué no iba a hacerlo también el deporte?