Los detalles más duros del reporte sobre la situación carcelaria

VILLA URQUIZA. Fue uno de los institutos de reclusión de detenidos visitados por el grupo de veedores del comité de derechos humanos de la Nación. VILLA URQUIZA. Fue uno de los institutos de reclusión de detenidos visitados por el grupo de veedores del comité de derechos humanos de la Nación. ARCHIVO LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI
14 Julio 2020

1- Cuestión edilicia:

Los veedores señalaron que en general el estado del penal de Villa Urquiza y de la cárcel de Mujeres es ruinoso; que en los lugares donde se debe guardar la comida descubrieron cucarachas; que encontraron pulgas en los colchones; que hallaron basura, agua acumulada y líquidos cloacales en los pasillos de varias unidades, lo que genera un fuerte olor nauseabundo y la proliferación de moscas y mosquitos; que las celdas no cuentan con puertas y que los internos deben colgar mantas o sábanas para preservar su intimidad; que las instalaciones eléctricas son precarias y poseen conexiones suplementarias realizadas por los mismos reos; que no todos los internos tienen colchones y que los que hay están en mal estado y son ignífugos.

Describieron la existencia de varios pabellones que no tienen baños y los presos pueden acceder a ellos en determinados horarios. Muchas veces se ven obligados a realizar sus necesidades en bolsas y en botellas de plástico y, en algunos casos, arrojan los desperdicios en un tacho de 20 litros que está ubicado en un pasillo.


2- Sanitarios

De acuerdo al informe, los veedores constataron que las instalaciones estaban en estado deplorable: no tenían agua caliente, al menos una de las letrinas y una de las duchas se encontraban tapadas y presentaban residuos cloacales a su alrededor. Las piletas tenían las canillas rotas y tanto las duchas como las letrinas carecían de puertas para resguardar la intimidad.

Pudieron constatarse filtraciones constantes provenientes de las conexiones cloacales de los baños superiores hacia los inferiores. “Las letrinas y las duchas de los niveles planta baja y primer piso son salpicadas por aguas servidas de los pisos superiores”, detallaron. Dijeron que al menos un pasillo de la unidad presentaba zonas con desbordes cloacales, ya que las cañerías de desagüe pasan en forma subterránea por el centro del lugar. Confirmaron que el agua que circula en las cárceles está contaminada.


3- Torturas

Los veedores de la Comisión se entrevistaron con decenas de internos y, según describieron en el escrito, señalaron permanentes malos tratos que reciben por parte del personal del servicio penitenciario. Varios de los detenidos indicaron que ni bien ingresan al penal de Villa Urquiza reciben tres castigos físicos: el primero, cuando son recibidos y se les realiza la requisa; el segundo, al llegar a la unidad que se les asignó; y el tercero, al día siguiente de haber ingresado. “Este maltrato se repite cada vez que se realiza una requisa rutinaria”, se puede leer en el informe.

Los internos de la Unidad 5 detallaron que los guardiacárceles tienen un particular sistema de castigo: los golpean con varillas de mimbre mojadas. Según relataron, utilizan ese instrumento cuando se les ordena que ingresen a las celdas individuales o cuando se les imponen sanciones. Después de ser castigados con esos objetos -relataron- son obligados a tomar largas duchas de agua fría para que no les queden marcas.  “Al salir de la Unidad la delegación pudo observar que uno de los penitenciarios del sector de guardia ostentaba una varilla de características similares a las denunciadas en su mano derecha, pero las autoridades negaron que ese elemento sea utilizado para castigar a los reos”, detallaron.

Los inspectores señalaron que las autoridades negaron la existencia de celdas de castigos o de aislamiento en el penal, pero que al realizar su tarea encontraron al menos tres lugares de esas características en varias unidades. Los reos también denunciaron a los médicos que prestan servicios. Indicaron que cada lesión es registrada como “caídas” o “golpes producidos entre detenidos”. También indicaron que los profesionales participan en las golpizas que reciben.


4- La alimentación

Los veedores señalaron que los reos les informaron que la comida que les brinda el Servicio Penitenciario no puede ser ingerida y la describen “como un tacho grande con agua y restos. Quienes por razones de salud tienen asignada una dieta especial, manifestaron que esa ración sería más comible que la del tacho”. Los responsables del trabajo fueron testigos directos en qué consistía el almuerzo: “repartieron una bandeja con pasta seca, sin condimentos, y un budín sólo de pan rallado con apenas algunas verduras cocidas”.

La mayoría de los detenidos refirió que no consumen los alimentos que les provee el servicio por su mala calidad y escaso valor nutricional y que preparan su propia comida. “En las Unidades 1 y 2, los detenidos cuentan con la posibilidad de tener heladera o freezer y pueden cocinar con los alimentos frescos que le proveen sus familias los miércoles y domingos, días de visita”, señalaron. En las otras unidades, al no tener elementos para preservar los alimentos, no pueden cocinar y deben consumir las raciones de la institución.


5- La higiene

En el escrito presentado por el comité se detalla cómo es el mecanismo de limpieza. “El Servicio Penitenciario selecciona de manera discrecional a personas privadas de su libertad para llevar adelante estos trabajos a cambio de información sobre lo que ocurre en el interior de las unidades. A tal fin, se abona una mensualidad de alrededor de $12,50 mensuales pero que con suerte se efectúa cada 6 meses, pagándoles unos $50”, explicaron.

Indicaron que la provisión insuficiente de insumos de limpieza favorece a que las condiciones de higiene en general sean precarias. Las personas entrevistadas manifestaron que les entregan para limpiar “una botella de gaseosa de 2 litros de lavandina y detergente tan diluidos que no tienen siquiera olor”.


6- La salud

Los veedores comprobaron que los detenidos en las unidades carcelarias no reciben tratamiento médico ni psicológico adecuado. Informaron de algunos casos particulares. Por ejemplo, una detenida en el penal de Mujeres padece de HIV y sólo recibe como medicación ibuprofeno. Ese sería el remedio que recibe la mayoría de los internos que presentan dolencias. En sus recorridos detectaron que había casos de tuberculosis en Villa Urquiza y sarna, entre otras afecciones de la piel provocadas por el hacinamiento.


7- En las comisarías

Los veedores de la CNPT también recorrieron varias dependencias policiales. La mayor sorpresa se la llevaron en el edificio de la ex Brigada, donde comprobaron el estado de hacinamiento de los detenidos. Dejaron expresamente asentado que ubicaron a detenidos en las oficinas esposados de las ventanas para que no se escaparan.

“Las condiciones de alojamiento son claramente inhumanas, no sólo por el avanzado estado de deterioro y suciedad de las instalaciones, las que claramente no son aptas para alojar detenidos, sino también porque existe un marcado hacinamiento”, informaron. La mayoría de los detenidos permanece en ese lugar por meses y cerca del 40% supera el año de detención, dice el informe. Aproximadamente, un 15% de ellos refirió que ya habían sido condenados y se encontraban a la espera de que los trasladen a alguna unidad penitenciaria. “Las familias que los visitan diariamente son las únicas proveedoras de los alimentos y de los elementos para mantener la higiene. Debido a ello, la alimentación de quienes tienen sus parientes alejados o por alguna otra circunstancia no reciben visitas depende exclusivamente de la buena voluntad de sus compañeros”, concluyeron.

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