Hacen barbijos en Los Vázquez para salir de las adicciones

La tarea en conjunto entre un grupo de jóvenes, la San Pablo-T y el gremio ATE colma de orgullo a la producción del barrio de la capital.

COSTURA. Décima avanza con la manufactura de los tapabocas. la gaceta / foto de martin dzienczarski  COSTURA. Décima avanza con la manufactura de los tapabocas. la gaceta / foto de martin dzienczarski

Costura a costura, Víctor Guerra va quitando alfileres y avanzando en la unión de las dos capas para confeccionar un barbijo. Una vez unidas la fliselina con la tela externa -rayón negro-, es el turno de los elásticos. Todo demora unos 15 minutos, incluido el reniego por las “mañas” de la máquina de coser para realizar una línea de costura prolija, sin enredar el hilo. Tarea casi terminada: sólo falta sublimar el logo de Los Vázquez, de la universidad San Pablo-T y de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

Guerra, 34 años, mirada profunda, manejo preciso de la máquina, es uno de los referentes del grupo “Con Esperanza nos Fortalecemos” de Los Vázquez: una veintena de jóvenes que se recupera de las adicciones con el trabajo de los psicólogos Gabriela Morales Perrone y Emilio Mustafá, junto a la trabajadora social Laura Ruiz de Huidobro. Como parte de la tarea de recuperación, de fortalecimiento subjetivo a nivel individual, grupal y comunitario, el grupo pone en marcha un merendero para niñas y niños del barrio tres veces por semana y además avanza con un taller textil. Originalmente, la idea era confeccionar delantales de cocina. La pandemia de coronavirus marcó el tiempo de los barbijos. Así que el grupo participa de un convenio junto a la Universidad privada San Pablo-T y el gremio de ATE por el que confecciona barbijos para el sindicato. Con los fondos obtenidos, realizarán una tanda más de barbijos para niñas y niños que se regalarán en el merendero. El objetivo está puesto en el reinicio de las clases de manera presencial, para que las familias de la barriada no tengan que pensar en el gasto de máscaras cubrebocas.

“Hacemos barbijos porque es una buena experiencia para colaborar en el combate de la covid-19. Queremos darle barbijos a las niñas y niños del barrio, para demostrar que los adictos que nos recuperamos podemos salir de esto y colaborar con cosas buenas para el barrio”, dijo Guerra, en una pausa de costura, con un cigarrillo entre los dedos. “Nos daba miedo al principio pero notamos que es fundamental que como comunidad colaboremos para ayudar a los que están más complicados. Buscamos otra manera de enfrentar esta pandemia. Una forma es dar barbijos a niñas y niños, para ayudar a las familias. Esto sirve para que los vecinos tomen conciencia de la gravedad del asunto. La mayoría se resiste a usar barbijos, quizás solo lo usan para salir al centro y subir a un colectivo. Hay casas con un sólo barbijo, así que es fundamental regalarlos y que sean reutilizables”, agregó el referente del barrio, entre gallos y gallinas que pululaban curiosos por el patio.

Al lado, en la misma mesa de trabajo, Susana Décima estaba abocada a la tarea previa: la costura de los moldes del barbijo, previo a la unión de la tela interna y externa. “Me motiva poder ayudar al barrio con esto. La situación se puso muy dura, mucha más gente acude a los basurales cercanos a vivir del cartoneo y a comer de la basura. Necesitamos que ningún niño deje de ir a la escuela, por eso hacemos esto también. Uno de los pedidos nuestros como grupo es tener juegos infantiles en la canchita y en la plaza del barrio: la niñez necesita donde divertirse. Me he criado aquí y esto era todo monte, sólo ranchitos. Ahora el barrio está mejor, necesitamos plazas, juegos y elementos para que los chicos tengan una mejor infancia”, piensa en voz alta Décima.

“La pandemia afectó mucho al barrio, sobre todo porque la situación económica ha empeorado. Antes hacíamos la merienda para 80 ó 90 chicos, y ahora damos hasta para 150, vienen de otros barrios para merendar. Es la clara muestra que los que estamos en peores condiciones siempre la sacamos peor ante cada crisis. Pero esperamos salir y mientras tanto seguir haciendo cosas por el barrio, para demostrar que somos más que esa imagen que tiene la gente para destratarnos, para discriminarnos, para hacernos sentir que somos basura aunque este sea un barrio formado junto a un basural por gente pobre que vivió de la basura”, cierra Guerra.

CONFECCIÓN. Los moldes unids aguardan por las costuras en el taller. la gaceta / foto de martin dzienczarski CONFECCIÓN. Los moldes unids aguardan por las costuras en el taller. la gaceta / foto de martin dzienczarski

Convenio

La empresaria Catalina Lonac, fundadora de la Universidad San Pablo-Tucumán, está orgullosa del proyecto: “llevamos varios años capacitando a chicas y chicos que se recuperan de las drogas. Dimos capacitaciones en la crianza de cerdos con profesionales de la Licenciatura en Tecnología de Alimentos para hacer chacinados y también de costura con profesores de Diseño Textil, enseñando a coser, utilizar máquinas y luego a hacer delantales de cocina, que llevan la marca Los Vázquez. Es un carrito tirado a caballo, imagen emblemática de esa comunidad. Queremos hacer remeras con la marca Los Vázquez, que para mí es un orgullo, es una forma de ayudar y de hacer algo para que quienes más desprotegidos están tengan herramientas para empoderarse. Ahora, en tiempos de pandemia, capacitamos para hacer barbijos y trabajamos en conjunto con ATE”, comentó Lonac.

“Es una satisfacción que no se parece a nada ver a chicas y chicos adictos que han salido de ese problema. Todos deberíamos poder ayudar a alguien para que el mundo sea un lugar mejor. Nosotros trabajamos en Los Vázquez porque la comunidad es acotada y desde el área de Extensión pudimos hacer proyectos para trabajar con este grupo. Ver un joven recuperado de las drogas no se parece a nada, es una batalla ganada a algo que parece imposible. Los llevé a la Universidad a que estudien y esos rostros... he llorado más de una vez porque sólo piden que los escuchemos. Esto es un triunfo de esos jóvenes, quizás sea una tarea que nunca se termina porque uno se recupera y caen 10, pero es ayudar al prójimo”, agregó Lonac.

Marcelo Sánchez, secretario general de ATE Tucumán, comentó la participación del gremio: “nosotros entendemos que son jóvenes que se recuperan de las adicciones y que el taller textil es un elemento para poder colaborar en su proceso de recuperación, pero compraremos toda la producción de barbijos que puedan hacer, sean 500 o 1.000. Tenemos 10.000 afiliados, así que compraremos muchos. Sabemos que la tarea del gremio no se agota en los trabajadores estatales, con esta tarea ayudamos a personas vulneradas porque la salida de esta situación crítica es entre todos juntos”.

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