Un bailarín húngaro quiere curar el aire monterizo

Impactado por el hollín que vio en el pelo de su hija, Násztor anima el movimiento que reclama el cumplimiento de las normas ambientales.

EN PLENA MOLIENDA. Las chimeneas del ingenio Ñuñorco: la fábrica está ubicada en la propia ciudad de Monteros. EN PLENA MOLIENDA. Las chimeneas del ingenio Ñuñorco: la fábrica está ubicada en la propia ciudad de Monteros.

Monteros arregló el corazón roto del bailarín húngaro Péter Násztor. Después de seducirlo por el folclore, lo conquistó con una historia de amor. Fueron esos sentimientos los que terminaron por arrancarlo de Budapest y convertirlo en vecino de la ciudad sureña. Allí baila, enseña idiomas y, junto a su esposa de León Rougés, Silvia Véliz, cría a su bebé Alma. Un día del mes pasado, Násztor vio cómo el hollín manchaba el pelo rubio de su hija y no lo soportó. El 12 de junio abrió un grupo de Facebook para compartir la bronca. En pocos días había sumado más de 1.200 usuarios. El Movimiento Civil de Monteros por el Aire Limpio tenía ayer 1.700 integrantes. “No estamos en contra del ingenio Ñuñorco. ¡Pero queremos respirar!”, dice la presentación del colectivo.

Impresionado por la repercusión de la iniciativa, Názstor precisa su expectativa de que las autoridades públicas hagan cumplir las normas que garantizan el derecho a un ambiente sano, entre ellas una ordenanza municipal anti-hollín de 1993. “Debemos seguir hasta recibir la respuesta de que el año que viene esto va a cambiar. Para eso hay que mantener la atención y la presión, y usar el poder de la comunicación que ofrece la tecnología”, expresa este apasionado de los lenguajes del folclore en un castellano muy clarito. Consultado al respecto, Juan Carlos Crovella, el empresario al frente del Ñuñorco, asegura que los filtros estaban instalados y que solicitó un monitoreo de los niveles de emisión a la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc). “En 2021 incorporaremos un silenciador para reducir el ruido de las turbinas”, promete Crovella. El ministro de Desarrollo Productivo, Juan Luis Fernández, por su parte explica que su cartera está llevando adelante inspecciones con los municipios y las organizaciones de la sociedad civil (se informa por separado).

Falta envido y truco

En la habitación de la casa de Monteros que Násztor usa para dar clases de inglés se destacan una bandera de Hungría con mensajes manuscritos, diccionarios, libros de texto y la foto-cuadro que suelen tomarse los grupos de estudiantes que despiden el secundario en Bariloche. La decoración transmite multiculturalismo y Násztor, que nació Budapest, toma asiento para contar la historia de cómo llegó al pueblo tucumano y de cómo sumó a su condición de aquicense la de monterizo. Una lesión de rodilla resultó providencial. “Allí terminó mi carrera como bailarín profesional de la música húngara”, acota.

BAILARÍN HÚNGARO. Péter Násztor, animador del movimiento anti-hollín. BAILARÍN HÚNGARO. Péter Násztor, animador del movimiento anti-hollín.

Para curar las penas, Násztor decidió irse de intercambio a la Argentina. Así cayó en Monteros en 2010. “A mí me recibió una familia Medina del barrio Belgrano que hoy son mis familiares”, relata. Pero al principio se asustó y hasta barajó la posibilidad de volverse. “Al llegar me resultó chocante el entorno. Para mis ojos europeos fue difícil aceptar los basurales en los ríos y los perros callejeros. Tal vez lo que más me impactó fue comprobar cómo el humo de la chimenea del ingenio y de la caña quemada manchaba mi delantal de la Escuela de Comercio. Estaba muy sorprendido”, rememora.

Hacía calor y Násztor no hablaba una jota de castellano, pero así como un costado de la cultura local lo espantó, el otro costado, el de la música y la danza, lo cautivó. Cuenta Násztor que su padre putativo Arturo Medina lo llevó a la academia de folclore, y que allí quedó prendado con el zapateo, y las figuras de la zamba, la chacarera, el gato y el escondido. “Empecé a vivir”, suspira. Pero lo que lo ató a Monteros fue la gira de egresados.

LAS PARTÍCULAS NEGRAS. Aspecto de un auto “bañado” por las cenizas. LAS PARTÍCULAS NEGRAS. Aspecto de un auto “bañado” por las cenizas.

“Vendimos pastafrolas y juntamos dinero para ir a Bariloche. Yo estaba decidido a estar en la parte de atrás del colectivo ‘donde pasaba todo’. Pero no me identifiqué y empecé a sentarme cada vez más adelante hasta que llegué a un grupo que jugaba al truco, cosa que aprendí en las clases de Matemáticas. Es algo que critico muchísimo de la educación argentina”, comenta. Entre los naipes, encontró a Véliz. “Resulta que, como ella no sabía las señas para pasarme los puntos del envido, me dice: ‘sorry, but I have no idea about the rules, so we can talk in English because nobody understands’ (perdón, pero no tengo idea de las reglas, así que podemos comunicarnos en inglés porque nadie nos entiende). ‘¡Mirá vos!’, pensé. ¡Era la primera persona que se dirigía a mí en inglés! Y ahí empezamos a hablar y desde ese momento seguimos hablando”, confiesa con una sonrisa.

En enero de 2019, la pareja se estableció en Monteros para ampliar la familia. Tiempo después, la ceniza cayó sobre el pelo de Alma y ennegreció el paisaje entero, y Násztor decidió que no iba a quedarse quieto, aunque le decían que “esto había sido siempre así”.

ESCENA DE LA MARCHA. Con barbijos, los vecinos exigieron un aire limpio. ESCENA DE LA MARCHA. Con barbijos, los vecinos exigieron un aire limpio.

“El grupo de Facebook me conectó con gente muy interesada en lograr el cambio. Hay diferentes posiciones e ideas, pero todo suma. Somos muy diversos y cada uno tiene que hacer lo que pueda”, dice Násztor. El Movimiento Civil apoyó el envío de una carta documento firmada por la organización Ave Fénix al intendente Francisco Serra (PJ), y llevó adelante una protesta a la que asistieron alrededor de 70 monterizos donde unos niños devolvieron simbólicamente al ingenio el hollín que barrieron en las calles y en las casas.

La reacción social aceleró la reacción institucional porque, a continuación, el subsecretario de Protección Ambiental, Marcelo Lizárraga, convocó al grupo a controlar el funcionamiento del Ñuñorco. Násztor se ilusiona, pese a que escuchó que hubo muchas promesas rotas en el pasado. “Tal vez una marcha con 70 asistentes no parezca algo importante, pero aquí no hay movilizaciones. Entiendo que no les guste a los dueños de la fábrica y a la gente que depende de ella (alrededor de 400 personas de manera directa): nosotros queremos que encuentren la manera de filtrar y colocar el silenciador, no el cierre”, reflexiona.

A Násztor le preocupa que el reclamo sea razonable y posible. Y relaciona la naturalización de la contaminación con una idiosincrasia acostumbrada a las agresiones. “Cuando voy a los festivales para bailar siempre mencionan a la Pachamama, pero, ¿dónde está el respeto a la Tierra? Escucho las palabras, pero me cuesta ver los actos”, contrasta. Y conjetura que la ciudadanía acepta el incumplimiento de las leyes por temor a enfrentar un conflicto que la supere y que la lleve a perder lo que recibe del Estado. Násztor cree que él pudo contribuir a vencer ese miedo porque es de afuera y “no tiene dueño”. Mientras se pregunta acerca de los efectos del aire viciado sobre el sistema respiratorio, más ahora que acecha la covid-19, el húngaro mira a su hija y, como si se inspirara en ella, afirma que, más allá de la salud, le parte el alma atestiguar cómo la ceniza afea la belleza de Monteros.

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