Hay quienes perdieron su trabajo, otros que debieron cerrar sus negocios privados o jubilados a los que no les alcanza el sueldo a fin de mes. También madres solteras o separadas que necesitan salir a trabajar para criar a sus hijos. En la Feria Agroecológica y de mujeres emprendedoras de Alto Verde (Chicligasta) hay una conjunción de gente que, con esfuerzo e ideas, libran una firme batalla contra las dificultades laborales y económicas que les ocasiona la pandemia de la covid-19.
La feria, instalada en un predio ubicado a la vera de la vieja traza de la ruta 38, al lado de un supermercado mayorista, tomó impulso a través del INTA -que promueve la agricultura orgánica- y la organización Empresarias Mujeres Emponderadas (EME). “Aquí se ha creado un espacio en el que agricultores formados por el Instituto de Tecnología Agrícola pueden vender sus producciones orgánicas. Por su parte, tejedoras, hilanderas, costureras, cocineras y otras artesanas tienen la posibilidad de ofrecer sus productos y así ganar los recursos que les permitan una independencia económica” explicó Adriana Mansilla, referente de EME. “Nuestra organización tiene el objetivo de apoyar a mujeres en emprendimientos que les sirvan como herramienta de desarrollo personal y de emponderamiento” precisó.
Alejandra Arroyo, madre de dos hijos y abuela de tres nietos, produce dulce de quinotos y de otros frutos de la zona, como de naranja o tomates. Además elabora empanadas, pizza y locro. “La pandemia ha dejado a mucha gente sin su trabajo. Hay empleadas domésticas o de comercio que ahora están aquí ganándose la vida como emprendedoras. En mi caso trabajo para ayudar a mantener a mis nietos. La situación está muy difícil y hay que esforzarse para salir adelante”, explicó.
Emilia Jiménez, madre de un niño, tenía un negocio de ropa que la obligaba a viajar con frecuencia a Buenos Aires o Bolivia. Ahora no lo puede hacer por la pandemia. Por esta razón se quedó sin stock y debió cerrar la puerta de su local. Emilia se dedicó a elaborar pastel de novios y a vender productos regionales como alfeñiques o tabletas de caña. “Son momentos difíciles y hay que pelearle a la falta de trabajo y de dinero. Aquí al menos tengo la posibilidad de llevar algunos pesos para la comida y otras necesidades” expuso. “Hasta que pase la pandemia tendré que seguir en esto. Ojalá que sea pronto”, rogó.
La feria se desarrolla los sábado a la mañana en un marco de riguroso cumplimiento de las normas de bioseguridad, frente a las amenazas de la covid-19. En promedio concentra a unos 25 puestos de venta.
Doña Ramona Campos es la última subcampeona del locro en la Fiesta Nacional de ese plato que se realizó en Concepción. En la feria deleita a los visitantes con su preparación favorita y además con empanadas y pasteles de novios muy elogiados. Es jubilada y confió que a sus 70 años sale a trabajar para ayudar a la economía del hogar. “Cuando uno tiene hijos y nietos que a veces necesitan una ayuda, una no se puede quedar quieta. Yo lo hago también porque me gusta que la gente disfrute”, confió.